¿Y ya? Parece que había prisa por dedicarle un episodio a Amelia, pasarle el sacabolas del helado y tirar millas. Cuatro días de turné por un postoperatorio lleno de ecos, berridos y decisiones equivocadas que nos dejan exactamente igual que la semana pasada, pero sin el salero habitual de la cuñadísima. Un desastre de operación y de trama, vamos.
Vuelve Amelia Bustamante. Ella es un Supermán, un hombre muy sencillo que te quiere enamorar. Deberíamos consultar si Edwards se lleva royalties por protagonizar el previously más que su jefa. Los últimos cinco minutos de Amelia Tumor, grande y diva donde las haya, se acaban con ese guiño ya clásico suyo y una reunión de amigos y conocidos que nos ha apañado el episodio. Últimas voluntades, os quiero a todos, pero si alguien me tiene que desenchufar, que sea Kepner que no la conozco de nada y probablemente no sepa ni escribir su nombre.
Las sucesivas jornadas nos trasladan a cuando Shonda le reventó la cabeza a Meredith y la dejó sordomuda. Con la salvedad de que, si le confían a Marimerce el voiceover, es porque a Amelia la voz en off se le da bastante peor. Pero con peor con avaricia. De la siempre casual complicación en quirófano llegamos a una milagrosa recuperación, pasando por una curiosa fase voulez vous coucher avec moi sesuá y, cómo no, Derek. ¿Por qué no le han traído de vuelta ya puestos para marcarse una aparición mariana en la mesa de operaciones? Es que vemos las oportunidades y las dejamos pasar. Como mandar a tu marido a Parla a mamarla, que él te diga que te acompaña a casa igualmente, y volver a perder el tren de quitarte el muerto de encima sumisamente. Trágica vuelta al punto de partida.
Meredith, pese a ser Destiny's Child fiel y servicial, sigue a lo suyo y tiene nuevo drama: quiere llevarse el Harper Avery este año. De repente le ha poseído el espíritu de Cristina Yang y busca fama internacional. Tal es la repentina ambición que la ha tomado que hasta le tanga a Jackson la autoría de la cirugía. Depredando galardones. Este año nos vamos de gala y con un poco de suerte la organizan en el mismo hospital, que hay que ahorrar en decorados para dejar de hacer el CGI con plastidecores.
A su lado en el conveniente jaleo de los premios está Jopelines. Wilson, que a principio de la escena está mojando braga por ser la becaria de una grande de la OMS y a los cinco segundos ya se ha hecho caquita porque su ex marido igual le reconoce en fotos. Chica, decídete, ¿quieres oler una estatuilla o ser anónima para seguir rotando nombres y DNIs? Todo en esta vida no se puede. Y luego dice Alex que su juicio en mujeres ha mejorado con los años. No voy a decir tu nombre, pero te quiero dar las gracias, Katherine, por ser el punching ball de esta familia.
Para todo lo demás, trama C y D regional: la herencia del dinosaurio abuelo de Jackson que a todos nos interesa mogollón, Bailey y Webber buscando nuevos internos entre una pila de inadaptados sociales, capullos e influencers porque se ve que este año hay que matar a más gente, y Sofía Torres volviendo a casa por Navidad. Que ya me dirás tú a mí lo que nos importa a nosotros que vuelva la niña si no trae también a la madre para cantarnos un par de baladas a grito pelado, pero bueno, así funciona la provincia lésbica de Shonda Rhimes. Discreta e inescrutable.
Nos vemos en dos semanas, aunque quizás sean tres en vista de lo que se nos viene encima y las ganas que hay de verlo.
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