¿Cómo implantar un estado de terror en una sociedad acostumbrada a ignorar todo lo que vaya más allá de su propio ombligo? Ese es el punto de partida y mayor reto para la revolución que propone Kai Anderson. Ha tardado cinco episodios en descubrir que la tarea no iba a ser tan sencilla. Será Beverly quién finalmente ilumine al líder: en la sociedad actual, acostumbrada a la violencia, no basta con saber lo que pasa, hay que ver lo que sucede. Sin unas imágenes que lo respalden, el miedo se convierte en una especie de fe. La televisión distorsiona y nos aleja de la realidad, haciendo que ésta parezca una película. La sensación de realismo ya no se puede transmitir con palabras. Si quieres impresionar, debes incluir al publico en el sentimiento que pretendes transmitir. El espectador debe sentirse parte de la historia: debe ver y oír los gritos de la víctima, hasta que sienta que puede oler y palpar su sangre. Nada es real si no lo has visto.
Partiendo de esa base, la muerte de la presentadora de televisión Serina Belinda habría sido el ejemplo perfecto para que la población tomase conciencia de lo que sucede en su vecindario. Sin embargo, la censura y la corrupción entran en juego y acaban por enterrar el vídeo de la muerte de la joven en una tumba de papeleo. Para acabar con el problema, Beverly propone un asesinato en directo del responsable que frenó la emisión del homicidio de Serina, Bob, aprovechando además a quitarse de en medio al jefe. Sin embargo, la misión se complica cuando descubren que Bob tiene sus propios secretos, un secreto en forma de sumiso que se transformaría en una noticia que haría sombra al asesinato del propio presentador. Esto no debe frenar a un verdadero creyente. Por lo que Kai y Beverly toman el control y se deshacen de ambos hombres. Con ello logran su objetivo pero también encuentran su propio talón de Aquiles.
Partiendo de esa base, la muerte de la presentadora de televisión Serina Belinda habría sido el ejemplo perfecto para que la población tomase conciencia de lo que sucede en su vecindario. Sin embargo, la censura y la corrupción entran en juego y acaban por enterrar el vídeo de la muerte de la joven en una tumba de papeleo. Para acabar con el problema, Beverly propone un asesinato en directo del responsable que frenó la emisión del homicidio de Serina, Bob, aprovechando además a quitarse de en medio al jefe. Sin embargo, la misión se complica cuando descubren que Bob tiene sus propios secretos, un secreto en forma de sumiso que se transformaría en una noticia que haría sombra al asesinato del propio presentador. Esto no debe frenar a un verdadero creyente. Por lo que Kai y Beverly toman el control y se deshacen de ambos hombres. Con ello logran su objetivo pero también encuentran su propio talón de Aquiles.
La idea del triunfo de la revolución ha mantenido ocupado a Kai todo este tiempo, y no ha sido capaz de ver que ese gran cambio que propone debe partir desde dentro de su propio grupo. Una secta que ha de pensar como un solo individuo y actual como tal. Volverá a ser Beverly quién ilumine a Kai haciéndole ver la brecha interna que existe en el conjunto. Un problema que parte de la debilidad de alguno de sus miembros. La única cura para la flaqueza del equipo es el miedo, que se transformará en fuerza al ser un sentimiento común del grupo. Para ello, deben asesinar al miembro más débil, fortaleciendo así a los demás.
Mientras tanto, Ally sigue inmersa en su propia pesadilla potenciada por sus miedos internos. Será su odiada vecina Meadow quién terminará de despertar a la asustada mujer. Cegada por sus propios fantasmas, Ally lleva tiempo sin ser capaz de vislumbrar lo que se le presenta delante de sus narices. Pues vive inmersa en un cuento de hadas, que es una mentira orquestada por su mujer, Ivy. ¿Hasta que punto el fin justifica los medios? No parece que Ivy esté equivocada en su objetivo, sin embargo, no creo que meterse en una secta que acostumbra a matar gente inocente sea la mejor manera de alcanzarlo. Al menos no es lo ideal.
Mientras tanto, Ally sigue inmersa en su propia pesadilla potenciada por sus miedos internos. Será su odiada vecina Meadow quién terminará de despertar a la asustada mujer. Cegada por sus propios fantasmas, Ally lleva tiempo sin ser capaz de vislumbrar lo que se le presenta delante de sus narices. Pues vive inmersa en un cuento de hadas, que es una mentira orquestada por su mujer, Ivy. ¿Hasta que punto el fin justifica los medios? No parece que Ivy esté equivocada en su objetivo, sin embargo, no creo que meterse en una secta que acostumbra a matar gente inocente sea la mejor manera de alcanzarlo. Al menos no es lo ideal.
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