Hablemos primero de la protagonista. La dueña del cortijo se enfrenta a un papelón serio tal y como la dejamos la temporada pasada. Ella, que para nada es de meterse en jardines, opta por salvar la vida a la ya-no-difunta novia de su actual amante/follamigo/rollete/lío/gachón. Porque esta serie es feminista y las mujeres, aunque se quiera, no son némesis de sí mismas. Y eso es: precioso.
La nueva paciente estrella del hospital y por la cual no avanzan las listas de espera para el resto del mundo viene a revolucionar el cotarro tranquilamente desde su camilla. No se la ha visto nada más que tumbada a la chiquilla, pero al resto los tiene en rompan filas. Megan Hunt y su trasplante de abdomen se une al trasplante de cara que hicieron entre los 4 segundos que separan el 13x24 y este 14x01. La chica no es para caernos mal, especialmente en su manera de gestionar el futurible drama con Meredith. Ambas apañan su face to face con una elegancia soberbia. Dos señoras como de las que ya no se hacen.
Hasta que te da por destrozar las tazas de café de todo el personal en un ataque de rabia. A la prima Meredith le está volviendo a salir el tiovivo y el fantasma de la maldita madre parece que quiere planear sobre su cabeza esta temporada. Cuidado ya, porque en esta hora y media hemos visto demasiada trama con color a papel reciclado. Aquí nos podéis llamar de todo menos ecologistas, porque eso es inaceptable.
Rematamos el capítulo "Meredith: Reina de Castilla" con un apunte digno de miles de gifs. ¿Qué cara pones cuando Nathan Riggs viene a decirte que la otra le ha rechazado el pedrusco de matrimonio random porque dice que se le nota que está enamorado de ti? Ninguna cara. Le pones el culo y te vas. Se puede decir de muchas maneras, pero como por motivos de horario protegido Meredith no pudo verbalizarlo, aquí está servidor en funciones de su traductor de cabecera: hasta el coño está de este pánfilo. Y punto.
Segunda mitad del cisma de los Hunt-Riggs (o Huntriggs o, simplemente, "bostezo"): Teddy Altman. Qué súper retorno se ha marcado la Doctora Acelga. Tan lleno de una emoción que sólo Owen Hunt puede emitir. Teddy, que llevaba ausente desde que se cayó aquel avión que nada dio que hablar, vuelve tan por la puerta de atrás como se fue, pero dando mucho por ahí.
A Teddy se la bufan los mantras feministas de Miranda Bailey, sus tacones y la sororidad. Ella viene a sacarle los ojos a Amelia, a romper esa basura de matrimonio y a robarle su hombre. Que total, para lo que lo quiere Amelia, así tanta paz lleven como descanso dejan. Ah, y a recordar a Derek. “So sorry about Derek”, porque eso automáticamente sube un 15% el nivel de destrozo emocional de la audiencia. Si en estas críticas le mentásemos en mitad de una frase sin venir a cuento claramente tendría el mismo efecto. Es más, os recomendamos recurrir a ello en vuestra vida Derek se murió qué dolor qué dolor qué pena cotidiana.
Pese a que la pobre Teddy transmite una sensación de necesidad de transfusión de sangre crónica, admitimos que ha dado juego en este par de episodios. Aunque sea en calidad de incitadora de peleas de gatas y usurpadora del mypersonship. Ahora resulta que Hunt es superson. Pero una superson rara. Con derecho a roce, por lo visto. Derecho a roce interruptus. Atentando incluso contra el propio vocablo sagrado. Y hasta tú, querido lector que no sé cómo aguantas estos despeños verborreicos, sabes que si te tocan a tuperson, va a haber camorra. Y aquelarre de brujas que te crió, Amelia Shepherd.
Amelia es nuestra siguiente protagonista. Que a Amelia le suda un pie su marido ya lo sabíamos. A nosotros nos suda los dos. El problema reside en que Teddy y dicho aquelarre empujan a Hunt a enfrentarse al pasotismo de Amelia. Problema: a Amelia se la sigue pelando. A Amelia lo que piensen las Hunts y las Teddys se la trae muy floja. A ella lo que le importa es por qué resucita la hermana de su esposo y no su hermano propio. Amelia Shepherd es grande. Y lo sabes. Que conste que nos quedamos con ganas de ver a Amelia con las extensiones de Teddy en la mano.
Respecto a ella debemos pasar a temas más importantes. El primero es aplaudir y celebrar esa pajilla de celebración por la ciencia que se ha marcado en el escáner cerebral. El segundo es: ¿eso del tumor neuronal sorpresa en la cabeza de una muy querida doctora no lo hemos visto ya? #HeiglVuelve. O, realmente, hashtag vuelve pero con otro tema que te acaban de levantar el tuyo, cari.
Respecto a ella debemos pasar a temas más importantes. El primero es aplaudir y celebrar esa pajilla de celebración por la ciencia que se ha marcado en el escáner cerebral. El segundo es: ¿eso del tumor neuronal sorpresa en la cabeza de una muy querida doctora no lo hemos visto ya? #HeiglVuelve. O, realmente, hashtag vuelve pero con otro tema que te acaban de levantar el tuyo, cari.
Amelia oficialmente se lleva el dramón de la temporada. El gordo. El que se estira hasta que el chicle sabe a pladur. Bienvenida, trama número uno, vamos a hacer chistes con lo del colmo de la neurocirujana mientras nos preguntamos cómo de blindado está el contrato de la Scorsone de cara a la 15ª temporada. No estamos preparados para perder a la mujer que trata la mandíbula de un niño como un Lego que no sabe montar. No lo estamos.
Continuamos con el orden del día: el protagonista de la trama uno del año pasado. Alex y su querida. Como no nos acordamos del nombre real de Jo y si se llegó a desvelar el año pasado, seguiremos refiriéndonos a ella como Jo, Jopé, Jopetas, Jopelines y/o Bonita Anónima. Jopelines parece tener claro de la noche a la mañana que va a pasar del Bonito y va a volver a centrarse en Alex, pero en el camino se tuerce y se empotra a un subinterno (#concepto que ya evaluaremos cuando tengamos más tiempo) que pasaba por ahí. Se lo empotra, le rompe las gafas y probablemente le roba la flor con su madre en la habitación de al lado.
Ignorando el tema de sustitución de Steph, que se encuentra plácidamente en una institución de quemados de Texas (?), Jo, rauda y veloz, consigue reconducir sus despistes sexuales y nos regala una preciosa reconciliación. De ésas que pasan a los anales. “¿Que viste a mi marido y no le mataste? Espera que cierro con pestillo y te paso las babas del niño al que hice hombre anoche”. Qué bonitos estos reencuentros. Esto es una reconquista y no la de Isabel y Fernando. Te lo digo yo que soy medio pitoniso: este año la amiga se vuelve a cambiar el apellido. Jopelines Karev. O igual también se renueva el nombre, que tiene pinta de caducársele a los cinco años como el DNI. Ella verá.
Nos encantaría quedarnos más y más párrafos desgranando la actualidad ficticia de un entorno laboral que ni nos da de comer ni existe, aunque tenemos que ir echando el cierre esta semana. Nos quedamos con ganas de hablar de Maggie y Jackson, que se postulaban como pareja oficial de la temporada 14 pero han descubierto rápido que no nos importan a nosotros y a ellos mismos menos. Nos quedamos con ganas también de rogar al cielo que April termine de irse del todo de Casa Avery y dejen a la niña del nombre feo en un quirófano de esos que tienen chamuscados antes de que hagan un Japril: The Trilogy.
Pero lo que sí que no nos vamos a cortar en comentar y celebrar es la endogamia recalcitrante de esta serie. Arizona, plantada y sin chochete. Sin un te quiero. Sin al partir ni un beso y ni un adiós. Menos mal que su tercera breve escena del episodio es en ese bar bebiendo sola, donde nunca bebes de tal manera durante más de 45 segundos sin que una bellísima lesbiana te ataque cual gacela indefensa en la sabana. Y que dicho depredador sea la hermana italiana de tu compañero de piso es la suerte hecha sitcom, ¿verdad?
Casualidades más o menos casuales, estamos muy, muy deseosos de ver la revolución sexual y feminista que se trae la Hermaluca camuflada de revival de Masters of Sex. Pero, ante todo, lo que más vamos a gozar es llamar a DeLuca a partir de ahora —y hasta el fin de los tiempos y que nuestro legado perdure— Andrea. Andrea. Andreíta. Ay, Andreíta lo que nos vamos a reír tú, yo y el pollo, Andreíta.
La semana que viene más. ¿Mejor? No lo sabemos. ¿Seremos bendecidos por la foto promocional de Cristina Yang para la 7ª temporada en una explosión de metatelevisión vía Google Imágenes? Quizás. ¿Continuará la minimalista tendencia a personalizar las cabeceras con el sonido de cascotes cayendo? Puede ser. ¿Más planos secuencia porque esto ahora es Anatomía de True Detective? Esperemos.
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