Annalise Keating se ha solidarizado con España y también está en modo 1 de octubre. Ha decidido declarar la independencia de manera unilateral y, además, ha escrito cartas de recomendación a cada miembro de lo que fue su imperio. Se marcha, mártir y culpable por sus acciones, pero por la puerta grande y con una última cena. Annalise es Jesucristo. Eso sí, sin beber vino porque tiene que mantenerse sobria y lúcida, al acecho de su siguiente pelotazo judicial. Esta vez intentando que no haya muertos. La pregunta es, ¿quién será el próximo Judas?
Ninguno se levanta de esa mesa con una sonrisa en la boca, y algunos son presos del Síndrome de Estocolmo. Todos están liberados, a pesar de haber sido expulsados a la fuerza de esa enfermiza relación a seis bandas. Varios creen que les queda algo de bondad dentro, otros que van a poder rehacer sus vidas, pero ninguno se va a mudar a The Good Fight o a Suits. Estamos en el primer capítulo de la cuarta temporada y lo gordo está por llegar. Agárrense que vienen curvas.
Fríos, fríos como el hielo. Cada estudiante/abogado intenta enderezarse después de tanta sangre e ilegalidad cometida. A Connor le han sentado mal las vacaciones y se ha tragado a Maluma y a Harvey Milk, con corte de pelo y muchas indecisiones en cuanto a su posible matrimonio con Oliver. Michaela y Asher siguen con su delirio romántico probando colchones y siendo insignificantes en la serie, pero ofreciendo el contrapunto cómico en ese desierto de drama intensito. Bonnie sabe que debe tener a sus enemigos todavía más cerca y Frank llama la atención de alguna manera para que alguien le vuelva a querer. Por lo pronto, tenemos un posible nuevo centro de manipulaciones operaciones. Que los polluelos no se marchen muy lejos.
¿Y Laurel? La mija parece que será un pilar fundamental de esta temporada. Los avances dentro de tres meses la muestran hospitalizada y sin bebé. "¿Dónde está mi bebé?" grita desesperada. Todo esto justo después de verla tirada en la cama, con su panza al aire y una pistola en la mesilla. Sabe que su padre ordenó matar a Wes, pero desconocemos cómo lo ha descubierto y qué tiene preparado para la venganza. De momento, ha puesto su sonrisa más falsa y ha mentido en cuanto a su embarazo. "Yo también te quiero", le escribe a su papá en el móvil. Le falta un "muerto" para alcanzar el nivel foto-pene de la primera temporada.
Todos estaríamos borrachos si tuviéramos la vida de Annalise
En realidad, la aventura de los cachorrillos abogados es un tentempié comparado con el plato fuerte del episodio. La verdadera protagonista es Keating, que para esto tiene un Emmy y varias nominaciones que no han visto su fin porque Viola Davis se come la pantalla en cada escena. Con intensidad, lágrimas y mocos, pero se la come. En esta ocasión, nuestra abogada favorita (lo siento, querida Florrick) tiene que lidiar con una demanda de su cuñada, con su madre demente que está más lúcida que cualquiera en la serie y con la posibilidad de que le retiren para siempre su carnet para defender a asesinos. Después de esta ristra, es comprensible que a uno le entren ganas de un whisky on the rocks.
Ana Mae está desesperada, arrepentida y en lo más hondo de su ánimo. Esta vez no tiene litros de vodka para ahogar sus penas. Eso sí, tiene a un hombretón al que visita en su hotel para protagonizar una escena que, probablemente, nos ha incomodado de la misma manera que a ella. El sexo sin Eve y sin Nate no es sexo. Annalise solo puede coger el toro por los cuernos y lo hace: pide perdón, se esfuerza por asegurar un futuro mejor para su madre, reconoce el daño que ha hecho, deja ir a sus estudiantes y se enfrenta a sus demonios con ayuda de un terapeuta un poco sospechoso. Su comportamiento es irreconocible, pero era admitir la derrota o sucumbir a la locura.
Si fuera un season finale, estaríamos ante un final excesivamente azucarado, pero esto es How to Get Away with Murder, acabamos de empezar la fiesta y sabemos que Annalise Keating es un imán para las desgracias. Son muchos los monstruos creados a su alrededor durante estas tres temporadas y es muy probable que, en esta ocasión, sea ella la que termine manchada de sangre por culpa de otros. Sus esfuerzos por enderezar definitivamente su vida van a caer en saco roto. Y nosotros nos alegramos un poquito porque hemos llegado a esta temporada con ganas de drama, sangre, muerte y destrucción.
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