Otro episodio más y aún no sabemos de qué va la historia que nos quiere contar Ryan Murphy. Sí, pasaba lo mismo con Roanoke, pero la gran diferencia es que el formato era diferente, te contaba hechos y en cada capítulo se revelaba pequeños detalles que hacían que te sumergieras totalmente en la historia.
Esta semana hemos tenido más de lo mismo. Ally (Sarah Paulson) sigue desquiciada por cada pequeña cosa que pasa y viendo conspiraciones donde no las hay. Ivy (Alison Pill) se ha convertido en la sufridora de la temporada teniendo que soportar las idas y venidas de su mujer, Ally. Y el resto de los personajes se han mantenido en un segundo plano, ya que la locura de Ally se ha adueñado de todo el episodio.
Por un lado, con el asesinato de Pedro a manos de Ally, la comunidad en la que residen las protagonistas se ha vuelto en su contra, incluidos sus nuevos y misteriosos vecinos Harrison y Meadow Wilton (Billy Eichner y Leslie Grossman, respectivamente). Larga vida a los Wilton. Por otro lado, Kai (Evan Peters) se acerca a los Harrison y dentro de su sagrado vinculo de meñiques estos le cuentan sus miedos. Ella teme a no ser amada por ningún otro hombre y él teme estar atado a Meadow y desea que esté muerta. Y por último, el episodio concluye con la separación de Ally y Ivy ya que Oz “casualmente” descubre un vídeo donde se ve como Winter masturba a Ally, lo que causa la separación entre la pareja. Al mismo tiempo se descubre que Meadow está muerta y que Harrison es el principal sospechoso, pero éste piensa que ha sido Ally.
Por si los payasos, las fobias, los vecinos extraños, las abejas, los misteriosos asesinatos, el apagón masivo y Trump no bastaban, Ryan ha decidido incluir un misterioso camión que fumiga una sustancia desconocida que hace que las aves se mueran. ¿Por qué nadie le ha dicho a Ryan que menos es más? Y es que tal amalgama de sucesos hacen que las tramas no alcancen la fuerza necesaria para llamar la atención del espectador.
Lo único que nos queda claro en estos tres episodios es que el miedo es el principal conductor de la serie. Y es que el miedo es común a todas las personas y a todas las sociedades, lo que hace que sea el nexo de unión entre la serie y el espectador.
Poco más se puede destacar de este tercer capítulo que no ha desvelado nada nuevo, sino que ha planteado más dudas de las que teníamos. Lo único que puedo decir es: Ryan, céntrate, por favor.
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