Antes de que la ciudadanía llegue con antorchas por usar un extranjerismo cuando nuestro castellano es suficientemente rico y edificante, es necesario explicar que el término queerbaiting tiene tanta fuerza conceptual en inglés que no ha sido necesaria su traducción. De momento.
El concepto de queerbaiting podría definirse como un fraude o un cebo. Se basa en la práctica de las series de crear tensión sexual o romántica entre dos personajes del mismo sexo sin intención de desarrollar esa tensión en una relación de verdad y sin cuestionar la orientación sexual de ninguno de los individuos. Aunque esta práctica posiblemente se remonte a los principios de nuestra existencia y de las historias, el fenómeno se ha solidificado con el devenir de las dinámicas sociales en Internet. La aceptación del colectivo LGBT como cliente y audiencia en las últimas décadas habría dado lugar al origen perverso del queerbaiting, que existiría como mera práctica de captación masiva de audiencia. Y en vez de dar una satisfacción plena, explícita y correcta para el colectivo, se desarrollan tramas sutiles en las que nada se da por hecho. Se deja que el fan imagine y fantasee. Y acaba enganchado a una historia frustrada, silenciada y, en ocasiones, hecha trizas por parte de los creadores. Al fin y al cabo, este fenómeno se basa en la naturaleza optimista y resolutiva del fandom LGBT, que históricamente ha buscado recovecos de las series en los que sentirse identificado.
Ya en 1987, Henry Jenkins analizaba a los "piratas de textos", aquellos fans de Star Trek que creaban nuevos relatos basados en los personajes de un universo trekkie tan grande como les llegara la imaginación. Se llamaban fictionzines, historias marginales que el fandom escribía en el contexto de la ciencia-ficción a través de sus personajes favoritos para dar rienda suelta a situaciones de empoderamiento y representación de la mujer o del colectivo LGBT. No eran narraciones perfectas, pero se buscaba el abarcar el mayor número de puntos de vista posible. Eran fans exigentes que novelaban por sus propios medios aquellas situaciones que necesitaban, querían y no conseguían ver en pantalla. Es así como surgieron las historias homoeróticas entre Kirk y Spock.
En la actualidad, foros, blogs y redes sociales han sido protagonistas de estas historias, ¿pero son fruto de la imaginación más absoluta por parte de un colectivo infrarepresentado o son realmente sutilezas planteadas por los guionistas para alimentar la conversación sobre la serie y hacer crecer la audiencia? Es complejo saber qué es queerbaiting y qué no. Durante los últimos años, ha habido varios casos en los que seguidores, enfurecidos, han querido contestar a esta gran pregunta con ejemplos concretos. Se han valido de series actuales para hacer arder Internet, reclamar justicia y exigir que la tensión sexual o romántica de los personajes LGBT deje de alimentarse o sea resuelta de una vez.
En la actualidad, foros, blogs y redes sociales han sido protagonistas de estas historias, ¿pero son fruto de la imaginación más absoluta por parte de un colectivo infrarepresentado o son realmente sutilezas planteadas por los guionistas para alimentar la conversación sobre la serie y hacer crecer la audiencia? Es complejo saber qué es queerbaiting y qué no. Durante los últimos años, ha habido varios casos en los que seguidores, enfurecidos, han querido contestar a esta gran pregunta con ejemplos concretos. Se han valido de series actuales para hacer arder Internet, reclamar justicia y exigir que la tensión sexual o romántica de los personajes LGBT deje de alimentarse o sea resuelta de una vez.
- Supernatural: el personaje de Castiel (Misha Collins) fue introducido en la cuarta temporada. Al momento, los fans vieron una conexión especial con Dean (Jensen Ackles). Esta relación evolucionó junto con la suposición de la bisexualidad de Dean y, cada vez, aparecían más chistes, bromas y diálogos sutiles que hacían referencia al amor, el sexo o el homoerotismo entre estos dos. Incluso en el capítulo 200 de la serie, un especial llamado Fan Fiction, se realizaron referencias explícitas a Destiel (así es como se denomina a la pareja). Todo es continuamente desmentido por los creadores, mientras que Jensen y Misha se muestran algo incómodos cuando un fan les pregunta por ello.
- Once Upon a Time: los y, sobre todo, las fans de la serie de ABC han manifestado continuamente la sutil pasión entre Emma (Jennifer Morrison) y Regina (Lana Parrilla). Ambas son las madres de Henry y la evolución de Regina ha beneficiado que estos personajes descubrieran que, en realidad, hacen un gran equipo juntas; hasta el punto de que una se sacrificó por la otra. La química no resuelta evidenciada por las fans acabó en hartura. Varias seguidoras abandonaron la serie y acusaron a los creadores de alimentar el queerbaiting con escenas sutilmente románticas. Algunas, incluso, aseguran que Hook apareció como interés amoroso de Emma porque era como Regina, pero en hombre.
- Sherlock: hay una petición en change.org que pide a Mark Gatiss y Steven Moffat que expliquen por qué hay tanto queerbaiting en Sherlock a través de los personajes de Holmes y Watson. Momentos en los que se verbalizan los celos por la pareja del otro, su relación de amor/odio como si fueran un matrimonio, diálogos con doble sentido o avances en los que el montaje juega con las imágenes y las frases de "te quiero". Tanto los creadores como los actores lo han desmentido continuamente, pero los fans aseguran que esa relación no es solo una amistad, sobre todo después de la escena en la que Sherlock besa a Moriarty; muchos lo interpretaron como la confirmación de la homosexualidad del detective londinense.
El subtexto es un elemento peliagudo, puesto que cualquier serie puede adquirir un significado en los ojos de cada espectador; sin límites y con múltiples lecturas, supuestamente implícitas, que pueden desembocar en casos de acusación por queerbaiting que no quedan del todo aclarados. ¿Pero qué hay de las situaciones explícitas? ¿Pueden darse estos fraudes en personajes declarados LGBT que tengan una relación con otro personaje?
El caso más reciente lo tenemos en Riverdale, a través de la pareja de Kevin y Joaquín. El primer problema que se encuentra es que el personaje de Casey Cott es recurrente y no principal, mientras que el de Rob Raco aparece unos minutos en tres capítulos. Su relación apenas se desarrolla y pronto se descubre que todo es un montaje para que Joaquin pueda obtener información privilegiada, puesto que el padre de Kevin es el jefe de policía. Su idílico romance termina en una estación de autobuses; notamos que Joaquin siente realmente algo por Kevin, pero igualmente tiene que huir. Claro ejemplo de cómo la orientación sexual aparece como un simple recurso de usar y tirar para la trama.
Riverdale cuenta con otro ejemplo de queerbaiting sobre estas lineas. Diferentes avances e imágenes promocionales del episodio piloto anunciaron el beso entre Betty y Verónica como una declaración de intenciones. El trabajo de the CW en materia de diversidad e inclusión es bastante bueno. Pensábamos que el rediseño de las historias de Archie iba a ser completo, pero únicamente nos encontramos con una escena gratuita en la que dos mujeres son utilizadas, primero, como elemento sexualizador para atraer a un público masculino y heterosexual y, segundo, como un cebo para el público LGBT femenino. ¡Incluso pensábamos que Jughead, como en los comics, iba a ser asexual!
El queerbaiting cobra especial relevancia cuando hablamos de la muerte de un personaje LGBT. Utilizar la sexualidad o la identidad de género como cebo puede realizarse de diferentes maneras. Aunque el concepto resulta confuso y ambiguo para ciertos casos mencionados más arriba, hay ocasiones evidentes que conmocionan a toda una audiencia y ponen patas arriba la concepción sobre la representación del colectivo en las series. La inesperada muerte de Lexa en The 100 (y sobre todo la manera tan ridícula por la que murió) fue uno de esos ejemplos. Este hecho reabrió el debate sobre el movimiento Bury your gays (Entierra a tus gays) y las cifras alarmantes que señalan cómo los personajes lésbicos y bisexuales nunca tienen un final feliz en las series. Como escribía Arancha Sánchez en su artículo sobre la representación lésbica, el 35% por ciento de las lesbianas y bisexuales en series estadounidenses muere y sólo un 16% de las parejas tiene un final feliz.
No debemos olvidar que, antiguamente, la práctica ahora denostada era la salida de algunos guionistas en los medios audiovisuales para introducir sutilezas y subtextos entre sus personajes como método liberador frente a las censuras de personajes homosexuales.
Está claro que el queerbaiting es dañino para los espectadores LGBT, puesto que se ven rechazados, invisibilizados o machacados en la historia. No obstante, tenemos que ser cautelosos e indagar en la naturaleza del fenómeno. En primer lugar, y aceptando la existencia de los fraudes, deberíamos preguntarnos si todos los casos reclamados como queerbaiting lo son o, simplemente, constituyen parte del deseo de los seguidores para suplir una falta de representación en la ficción televisiva. El problema no sería el cebo, sino un problema mayor. En segundo lugar, deberíamos replantearnos de dónde nace este fenómeno, puesto que las aspiraciones e ilusiones del fandom recaen habitualmente en que el personaje LGBT se desarrolle necesariamente a través del amor y del sexo; a través de una segunda persona, una pareja. ¿Debemos depender del amor o de la sexualidad para definirnos como personas? ¿Qué hay de aquellas personas que forman parte del colectivo LGBT por su identidad de género?
El fandom LGBT de series debe seguir peleando, en paralelo al activismo por los derechos humanos, para alcanzar una correcta y significativa representación de la realidad del colectivo. Pero al mismo tiempo, es necesario que los seguidores generen una reflexión interna sobre cuáles son los deseos y necesidades para alcanzarla. La línea entre el fan service (elementos creados únicamente para satisfacer al espectador) y la revolución en las redes es muy fácil de cruzar; parece que las series nunca van a poder satisfacer a todo el mundo. Como espectadores, necesitamos entender qué es lo más conveniente para el relato y, al margen de ello, utilizar otros medios narrativos de manera individual o grupal para expandir el universo y sus posibilidades a nuestro gusto; sin limitaciones, ni constricciones, ni exigencias.
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