Tenemos que hablar de Pretty Little Liars y ese “final” que Marlene King se ha marcado para poner fin a siete años de secretos, mentiras y tramas a prueba de los más racionales. Y digo “final” porque lo que Freeform ha emitido esta madrugada puede calificarse de muchas cosas.
Pero primero pongámonos en antecedentes: hace unas semanas publicamos una serie de expectativas para que se cerrase de forma satisfactoria la serie. Como buenos espectadores hemos sobrevivido a siete años donde el misterio y las tramas coherentemente enrevesadas han ido dando paso a cada vez una narrativa más fantasiosa y fuera de lugar. Ilusos de nosotros, esperábamos que la serie cerrase ciclo de una forma que agradase a todos los espectadores, lo que incluía responder a todas las cuestiones que la serie había dejado en el tintero (cosa que la propia creadora prometió). Lo que no nos imaginábamos es que dicha promesa era un caramelo envenenado que se nos ha quedado atragantado durante la hora y media de duración. En otras palabras, Marlene nos ha tratado como a niños de parvulario y ha dado solución a todas las preguntas de la forma más cutre, ridícula y rápida posible.
Como si las tramas hubieran ido desarrollándose conforme los capítulos fueran pasando y las teorías de los fans surgiendo, parece que Marlene King ha decidido irse por el camino fácil y tomar una mecánica ya repetida, que funcionó en los libros pero se desenvolvió de manera brusca en la serie, y no digamos en el final (cuidado que a partir de aquí vienen spoilers gordos). Hablamos de esa teoría que no queríamos creer pero que al final se ha hecho realidad. Esa gemela malvada que ha surgido de la nada y que han encasquetado a Troian Bellisario, suponiendo uno de los motivos el ser la actriz con mayor expresión del elenco principal. Así empieza una de las muchas dudas que surgen en el final de la serie (la ley de Pretty Little Liars indica que cada respuesta contestada implica tres dudas más).Volviendo a la revelación principal del episodio, ¿las liars son amigas desde la infancia y no reconocen a su particular amiga? ¿De verdad los únicos personajes que reconocen a la falsa Spencer son un caballo y Jenna? ¿Y la gemela británica tiene tan buenas dotes de actriz como para hacerse pasar por ella sin que la descubran?
Sin embargo las decepciones no acaban aquí y es que el final satisfactorio por el que todos rezábamos ha llegado convertido en una extensa tortura de respuestas a boleo. Es difícil no imaginarse a Marlene estirada en su despacho respondiendo a todas las dudas planteadas para el final sin dedicarle unos minutos para plantearse si lo que responde tiene algún sentido o no: Gemela malvada de Spencer, gemela malvada de Spencer, Wren, padre de Spencer, padre de Spencer, padre de Spencer, que secuestre a Ezra, fortuna de Charlotte… y, por último, ¿quién todavía no ha sido sospechosa de ser –A? Pues fíchala. Pero no os preocupéis, que no todo es malo en el fin de nuestras liars. Este final nos ha regalado algunos guiños como la borrachera de las madres (con mención a la inverosímil escapada del sótano) o el cameo de Marlene riéndose del espectador por última vez.
Ponemos cese a una serie donde hemos dejado de preguntarnos por qué y hemos aceptado todo lo que nos ha ido planteando por delante. Para todos aquellos espectadores que han aguantado siete años todos los sospechosos de ser –A, los amores que iban rulando conforme pasaban los capítulos, las caras inertes de Emily, los personajes que aparecían durante dos o tres capítulos y luego desaparecían sin previo aviso, la cantidad de dinero invertida en todos los planes de venganza, los coches estrellados, las máscaras de látex, los chips implantados… enhorabuena, has llegado al final, y en el fondo de tu corazón sabes que vas a echar de menos esta serie.
Porque a pesar de ofrecernos uno de los peores finales de la historia, no olvidaremos a estas cinco mentirosas y a ese pueblo donde las desapariciones son más habituales que comprar el pan y la policía es más inútil que Aria combinando. Y con un final feliz para todas nuestras liars (emparentadas y con familias formadas) y con la auténtica protagonista de la serie convertida en la ganadora del juego (Mona, te queremos y te deseamos un spin off a tu altura), nos despedimos con el recuerdo de tiempos mejores, donde la vida era más sencilla y las amenazas se limitaban a unos mensajitos de móvil y algún que otro atropello con el coche. Es hora de decir adiós a Hannah, Spencer, Emily, Aria y Alison, así como a siete años calentándonos la cabeza y dudando hasta de nuestro nombre. Por eso y por más, ¡larga vida a nuestras mentirosas!
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