Como cada vez que llega el Orgullo, los de siempre sacamos a pasear las mismas series. Nos vamos por los cerros de Úbeda comparando Glee con Pretty Little Liars porque al igual que ya no queda nadie que no haya sido –A, tampoco tenemos claro quién era gay y quién no lo era en el coro a partir de la cuarta temporada. El orgullo trans parece basarse en Maura y Laverne Cox y siempre queda pedir el remake de Queer as Folk para ver qué tal se les daría la cosa con Grindr mediante.
Conclusión: tenemos suficientes series hoy en día como para buscar nuevos ejemplos orgullosos de sus personajes y que la referencia de la eterna lesbiana mártir no salga de Buffy Cazavampiros. O de Lexa. Ay, #LoDeLexa. Hoy queremos hablar de 9 series recientes que han destacado a su manera por su aportación a la visibilidad LGBT y con las que podemos renovar nuestro armario de los estandartes. Sí, armario.
Unbreakable Kimmy Schmidt
También conocida como Unbreakable Titus Andromedon. La indestructible Kimmy, escrita por la aún más indestructible Tina Fey, es lo que es a día de hoy por tener un co-protagonista de la altura de Titus. Una diva de los pies a la cabeza, excéntrico sin complejos y desafiando el estereotipo del gay intenso del que tantas sitcoms se han reído a lo largo de las pasadas décadas. A Titus se le celebra, se le aplaude, se le ama, se le da un himno sobre falos negros y, lo más importante, se le deja digievolucionar en Beyoncé si su novio obrero le rompe el corazón.
Imposters
Una de las sorpresas de esta temporada ha sido Imposters, la historia de la viuda negra financiera que no distinguía entre géneros. Una dramedia sobre una estafadora profesional que se casaba con sus pobres víctimas para dejarles las cuentas corrientes a cero. Lo primordial es la naturalidad ya debida con la que se equiparan sus matrimonios heterosexuales y homosexuales y la hermandad que forman los ex para dar caza a su elusiva Julieta.
Eyewitness
Ha sido breve, como buen thriller de este calibre. Esta adaptación yanki del nordic noir ponía en el epicentro de una serie de crímenes en un pequeño pueblo a dos adolescentes y sus respectivos despertares sexuales, los cuales bloqueaban toda la investigación por su falta de orgullo, ya nos entendéis. A la trama policial de esta producción de perenne filtro de Instagram, se le suma la carga emocional de los armarios, el rechazo social y personal y los conflictos familiares. Y que las ganas de arrancarle las mechas a uno de ellos tampoco te dejará impasible.
Crazy Ex-Girlfriend
Además de que la categoría de musical automáticamente la asciende a referente gay, Crazy Ex-Girlfriend ha sobresalido en sus dos excelentes primeras temporadas por su defensa de la bisexualidad y que no son gays enclaustrados con ganas de disimular. Desde las enfermizas obsesiones de su protagonista que la llevan a tensar sexualmente su frenemistad con la novia del objeto de su deseo, hasta el entrañable Darryl, figura paterna de Rebecca Bunch y aficionado a las declaraciones en estéreo. Ver Gettin’ Bi.
The Good Fight
The Good Fight en sólo diez episodios se ha dedicado a mejorar la estela de El Show de Julianna, y ya desde el primer minuto quiso reservarle un puesto especial a la diversidad sexual. Un camino que ya vino allanando Kalinda Sharma —Dios la tenga en su gloria— y que Maia Rindell, protagonista de pleno derecho no ninguneada en esta ocasión, goza sin necesidad de explicar dinámicas sentimentales cuando eres una mujer completa sin un hombre encima todo el rato.
Shadowhunters
Shadowhunters es mala. Es mala con avaricia. Es un Malibú con piña y cianuro catódico con varitas mágicas y un fetiche por los tatuajes muy raro. Un compendio fatídico de todo lo malo que se puede hacer en televisión a todos los niveles posibles. Excepto uno: han conseguido que su pareja más relevante esté formada por dos hombres. Será por el atractivo impasible de Matthew Daddario o por el hecho de que tienen una protagonista que no es capaz de emitir emociones ni aunque le prendan fuego a la peluca; pero al César —nos pese a la sufrida crítica que haya tenido que ver semejante espectáculo lo que nos pese— lo que es del César.
Vis a vis
En España no sólo de Sálvame depende la normalización en primetime. El breve paso de Vis a Vis por la parrilla de Antena 3 se llevó todos los aplausos habidos y por haber tras los diez minutos que tardó en quitarse de encima la alargada sombra de Orange Is the New Black. Destacamos cómo apostaron por adaptar el romance entre rejas a la idiosincrasia patria y toda la trama del lesbianismo dentro de la comunidad gitana. Y Rizos. Toda ella también.
Supergirl
A Alex Danvers la hemos visto florecer de regia agente y sombra de Supergirl a entidad independiente con su drama personal. Bueno, más o menos y de forma bastante fugaz. Toda su trama del gay panic y el liberarse de años de autosupresión con la llegada de una policía que tendrá el vilo la maldición de la lesbiana en la ciencia ficción brilla por el siguiente reto: todo en menos de 60 minutos de metraje juntando dos temporadas. ¡Máximo homosexual permitido en la CW! Nunca llegará a referente para la emisión generalista, pero es una historia perfecta para verla en vídeos de YouTube. La transmedia, qué gran invento.
Sense8
La actual cancelación pesarosa de la sociedad seriéfila ilustra este artículo y le sobran razones para ello, pero la mayor probablemente sea ésta: su principal aportación a la narrativa televisiva es ser una serie bandera. No habrá Emmys, no habrá interpretaciones estelares, pero ha habido un esfuerzo de inclusión épico para representar a todas las letras del LGBT, el + y sucesivos caracteres que se quieran añadir también. No valdrá de nada seguir llamando a Atención al Cliente de Netflix, pero buscaremos su herencia en el futuro cada vez que a alguien le dé por dinamitar las etiquetas relacionales.
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