En los últimos años hemos asistido a una explosión de las series de época que, ya sea por su rigor histórico o por el morbo que suscitan, se han convertido en un pilar básico de la producción televisiva (The Tudors, Vesailles, Downton Abbey). Esto, junto al crecimiento cuantitativo y cualitativo de los personajes femeninos al frente de series de cualquier género, ya sea dramático, cómico o incluso fantástico (Scandal, Girls, Jessica Jones) nos haría pensar que la perspectiva histórica femenina ya está más que presente en la televisión. Sin embargo, estamos acostumbrados a ver cómo las mujeres son ignoradas en las series históricas, apareciendo como simples “floreros” que dejan todo el poder en mano de los hombres.
Esta tendencia no ha pasado desapercibida para los productores y por ello, con algo más de un par de meses de diferencia, llegaron al mercado dos series que exploran la vida y la obra de dos de las mujeres más poderosas de la historia mundial. Por un lado, Netflix produjo The Crown, un ciclo que sigue década a década el reinado de Isabel II, y Victoria, una recreación del reinado de la monarca decimonónica. Dos historias que tienen como protagonistas a dos mujeres poderosas que, a la hora de ejercer su poder, no lo son tanto por cometer dos pecados imperdonables: ser joven y, para colmo de males, mujer. Es por eso, y también por el éxito que tuvo su precuela en 2013, The White Queen, que la cadena Starz dio luz verde a esta nueva serie de época que refleja la lucha por el trono de las tres mujeres más poderosas de la Corona durante el fin de la Guerra de las Rosas, motivo por el cuál ha sido calificada como la versión femenina de Game of Thrones.
Basada como su antecesora en las novelas de Philippa Gregory, The White Princess trata una etapa histórica que, a pesar de estar muy explotada en televisión, sigue siendo de interés para el público: la Guerra de las Rosas que enfrentó a las casas de York y Lancaster y dio como resultado la unión de ambas, iniciándose así la Dinastía Tudor. Si The White Queen se centraba en el conflicto en sí y la serie de 2007, The Tudors, lo hacía en el reinado de Enrique VIII, The White Princess escenifica el período intermedio entre estas dos producciones, pero no tanto desde la perspectiva de su rey, Enrique VIII, sino de las mujeres que lo rodean.
The White Queen se centra en el reinado de Edward IV, líder de la Casa York, esposo de Elizabeth Woodville y padre de Isabel de York, y termina con la muerte de Ricardo III (hermano de Edward IV y último rey de la Casa York) a manos de Enrique VII de la Casa Lancaster. Este es precisamente el punto de partida de The White Princess.
The White Queen (2013) |
Tras la muerte de su tío Ricardo (con el que pretendía casarse) Isabel de York es obligada a casarse con Enrique VII (Jacob Collins Levy), recién nombrado rey, con el objetivo de unir las casas y poner definitivamente fin a la guerra. Sin embargo, la princesa blanca (Jodie Comer), no está dispuesta a aceptar el rol de mujer florero de un hombre del que ni siquiera está enamorada y, bajo su lema “paciente y oculta", buscará ganarse la confianza de su prometido, un rey prepotente y a la vez bastante manipulable. Pero las pretensiones de la princesa se verán obstaculizadas por otras dos mujeres de armas tomar, su madre Elizabeth Woodville (Essie Davis), una bruja con poderes místicos dispuesta a vender a su propia hija con tal de acercarse al trono y enemiga acérrima de la otra gran protagonista femenina de la serie, Margaret Beaufort (Michelle Fairley), una mujer manipuladora, calculadora y capaz de matar a niños para alcanzar el poder.
La actriz que interpretó a Catelyn Stark en Game of Thrones esta vez si cumple el sueño de ver a su hijo sentado en el trono (aunque este no sea de hierro), quién curiosamente guarda un notable parecido con Rob Stark. Sin embargo, la diferencia entre ambos personajes no podría ser más grande. El rey Enrique goza de una personalidad prepotente más propia de Geoffrey que de la honestidad que caracteriza a Rob, pero también hemos podido vislumbrar ciertos rasgos de humanidad y vulnerabilidad en el Rey, lo que indica que su poder se verá empañado por las acciones de las mujeres que lo rodean.
De esta forma, el motivo por el cuál ha sido calificada como la versión femenina de Game of Thrones no sólo se debe a que ambas estén inspiradas en la Guerra de las Rosas, sino a que las escenas, vestuarios e incluso personajes tienen un gran parecido con la superproducción de HBO. En los primeros minutos de The White Princess ya vemos caballerías llevando los estandartes de las casas, vestuarios suntuosos que bien podría haber sido reutilizados de Game of Thrones (o en el caso de Michelle Fairley de la película Maléfica) y una degollación al más puro estilo de la Boda Roja. Sin embargo, las diferencias entre las series son más que evidentes, no sólo por una cuestión de presupuesto, sino por el ritmo narrativo, la composición de colores y la sustitución del género histórico por el fantástico. La serie creada por Emma Frost nos empieza a contar la historia de forma más rápida, sin tantas complejidades y personajes como en Game of Thrones y con un ambiente mucho más colorido y vivo. Además, salvando la alteración de algunos hechos y personajes por motivos dramático, el contenido histórico de la serie es muy riguroso, con una escenificación maravillosa de una Londres medieval en donde el mar llegaba hasta la mismísima puerta de Westminster y una representación muy fiel de un período de la historia tan conocido y conflictivo.
A pesar de haber sido ya muy representado en la televisión, son muchos los alicientes que nos invitan a conocer la historia contada desde una perspectiva femenina en donde las mujeres tienen el control del poder y se forjan su propio destino. The White Princess contará con ocho episodios y se encuentra a la espera de emitir su tercer capítulo en España a través de Fox Premium y la plataforma HBO.
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