Volvemos a la carga otra semana más, y si tuviéramos que ponerle un nombre a este episodio puede que no hubiéramos coincidido del todo con las personas que le dan vida a Supergirl, porque sentimos que este We can be heroes no nos representa. Hemos hablado de muchas cosas durante esta segunda temporada de Supergirl, pero todavía no había llegado el día en el que la pobre Kara fuera infravalorada por sus compañeros. Tristemente, ese día ha llegado y procedemos a analizar lo que ha sucedido.
La acción de esta semana la ha desencadenado Livewire (Brit Morgan, Graceland), una antigua conocida y némesis de Supergirl. Nos referimos a ella con ese nombre y no con el de Leslie Willis porque poco queda de la mordaz locutora de radio que era antes de sufrir un accidente de helicóptero, recibir poderes y achacar todos sus problemas a la existencia de Supergirl. Pero Livewire no se había escapado de la cárcel para volver a atormentar a Kara, sino que fue secuestrada por un científico que quería utilizar sus poderes para crear un ejército invencible. Lo normal de cualquier día entre semana, vamos.
Si a esto le juntamos el popurrí de hombres jugando a ser superhéroes que habitan en National City, tenemos para rato. Por un lado, tenemos a Mon-El, que está entrenando para empezar a ayudar a Kara a proteger la ciudad por motivos que tienen poco que ver con el altruismo y mucho con intentar impresionar a la chica. Por otro lado, tenemos a los cansinos Super Friends, y es que parece que James y Will sienten que combatir criminales menores no es suficiente y creen que pueden enfrentarse a gente con poderes y salir airosos. Lo que ocurrió cuando Kara descubrió la identidad de Guardian y les dijo que dejaran de jugarse la vida era la opción más obvia: averiguaron dónde se encontraba Livewire y fueron a enfrentarse al peligro solos (seguidos por Mon-El que no podía ser menos). Por supuesto, Supergirl tuvo que ir a su rescate y hacer el doble de trabajo ese día.
Si tuviéramos que resumir todo este lío de héroes y no tan héroes, dejaríamos que Livewire lo hiciera por nosotros con una frase del propio episodio: “you know what I love? Little boys who think they can do a better job tan the woman who’s an actual superhero. Pathetic!”.
En este capítulo volvió a un primer plano J’onn J’onzz, al que le hizo falta que M'gann M'orzz se quedara en coma y casi muriera a causa de un ataque psíquico de los white martians para darse cuenta de que había hecho mal en tenerla cautiva todo ese tiempo. Vaya cosas, ¿eh? Aunque más sorprendente que la decisión de J’onn fue que Alex y Kara lo dejaran llevarla a cabo en su día, porque mantener en prisión a alguien que no ha cometido nunca un delito por ser de una determinada raza no es precisamente un acto de bondad. Lo más importante del ataque psíquico a M’gann es que así descubrió que los white martians piensan hacer una visita al planeta en breve, y sabemos que menos una excepción, la presencia de esos marcianos nunca trae nada bueno.
La guinda del pastel la pusieron las conversaciones de Kara y Mon-El. Nuestro hombre misterioso de Daxam por fin decidió dejar de ocultar sus sentimientos y hacerle una declaración de amor en toda regla a Kara, de esas que consiguen que los shippers más entregados veamos el final del episodio cuatro veces seguidas para recrearnos en las palabras bonitas y las miradas llenas de amor. Pero no sabemos si Kara además de la piel tiene el corazón de acero, porque no es normal que esta chica pudiera mostrarse tan distante y dejara irse a Mon-El de su casa después de esa conversación cuando se ve claramente que a ella también le gusta. En fin, solo el tiempo dirá qué tipo de relación surgirá entre los dos.
Nos despedimos como siempre con el tráiler del próximo episodio, deseando que la llegada de un enemigo en común para todos ayude a calmar las aguas entre los personajes de la serie.
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