Es normal que el tráiler de la nueva comedia de Netflix One Day at a Time (en España, Día a día) no nos diese muy buenas vibraciones. Hay excepciones, como Mom o The Carmichael Show, pero, en general, las sitcoms multicámara que se emiten en Estados Unidos actualmente se caracterizan más por su olor a rancio que otra cosa. Y, aun así, rodar en un plató con público en directo (no, no son risas enlatadas), como quien graba una obra de teatro, es tan barato que ni siquiera una plataforma como Netflix está dispuesta a renunciar al formato.
Y aunque podríamos pensar que estábamos ante la nueva Madres forzosas, una comedia familiar ñoña y escrita con el piloto automático, One Day at a Time nos demuestra una vez más que dejarnos llevar por los prejuicios puede hacer que nos perdamos grandes series. Es el remake de una serie homónima de los setenta pero para nada parece un producto sacado de aquella década.
Desarrollada por Norman Lear, uno de los productores más veteranos y respetados de Hollywood, One Day at a Time coge solamente el concepto de la serie original: una mujer recién divorciada tiene que sacar adelante sola a sus hijos. Partiendo de esta idea, que en 2017 no tiene nada de innovadora, carga a su personaje protagonista de matices. Penelope (Justina Machado) es enfermera, hija de inmigrantes cubanos y veterana de guerra. Su paso por Afganistán le ha dejado secuelas físicas y psicológicas y su género y sus orígenes condicionan su día a día. A su cargo tiene a dos hijos (un preadolescente vanidoso y una quinceañera feminista y muy comprometida con el mundo en el que vive) y una madre tradicional con mucho desparpajo, interpretada por Rita Moreno (una de las pocas personas vivas que puede presumir de un EGOT).
Contra todo pronóstico, estamos ante una serie muy recomendable que tiene los ingredientes suficientes para conquistar incluso a los alérgicos al formato multicámara. One Day at a Time no solo huye de la cursilería propia de otras comedias familiares, sino que no tiene miedo de hacer un retrato realista de su familia protagonista. Los guiones tienen inteligencia de sobra como para sacar humor, precisamente, de los problemas cotidianos de Penelope y sus hijos, que van más allá de los dramas para encajar en el instituto de los hijos y la falta de comunicación entre ellos y su madre (por mencionar dos tramas típicas que hemos visto hasta la sociedad en Modern Family y similares).
Las desigualdades laborales, el mansplaining, el feminismo y su necesidad en el siglo XXI, la inmigración ilegal, la religión, la depresión y el estrés postraumático son solo algunos de los temas que se abordan en los primeros ocho episodios de la serie, que nunca toma la vía fácil y desarrolla los conflictos desde varios puntos de vista, sin que parezca que nos están sermoneando.
En cuanto a los chistes, quizá no es la comedia más incisiva de la pequeña pantalla pero los gags no parecen de otra época y funcionan especialmente por el talento de las dos protagonistas, pues Machado y Moreno manejan los tiempos cómicos como nadie. El público, obviamente, responde a carcajadas pero sin llegar al escándalo insoportable de otras ficciones, algo que sin duda se agradece. Pero la mayor baza de One Day at a Time es su tono optimista y la garantía de que viéndola vamos a pasar un buen rato, lo cual no es desdeñable en plena cuesta de enero mental y ante la marabunta de grandes dramas sesudos que se avecinan. ¿Le habéis dado una oportunidad? ¿Os ha gustado?
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