FOX tiene un nuevo niño bonito. Después del pelotazo en audiencias que supuso Empire desde su estreno y el hundimiento del ejército tróspido de Ryan Murphy, Lee Daniels se postula como nuevo co-propietario artístico de la cadena. El padre de la musa conocida como Cookie Lyon estrenó este miércoles noche su segunda serie: Star. Y tenemos muchas cosas que decir de ella.
Entre el Imperio y la Estrella, Daniels no deja mucho lugar a la interpretación. Star gira en torno a la búsqueda del estrellato de tres jóvenes cantantes que forman una girl band, las dificultades de su descubrimiento y las clásicas vicisitudes del querer penetrar en uno de los negocios más competitivos del mundo.
El musical, con unos interesantes tintes de realismo oscuro sureño, se mueve entre el dramatismo del telefilme de sobremesa del fin de semana y la novela de diario, de sobremesa también. Para que tengamos claro el tono: petardeo intenso con música, sangre, sexo vainilla y pasados truculentos que ya irán viniendo a morder el culo al personal. El afán rompedor desde luego no se encuentra en ninguna parte de la premisa.
Star huele a fórmula por todos lados. Matriarca de armas y pelucas tomar interpretada por Queen Latifah, figura masculina explotadora y sin escrúpulos a la que odiar, números musicales pegadizos que apuntan más a iTunes que a la trama, cuestión racial a punta pala, representación de minorías sexuales con miras a la controversia y un trío de jóvenes mal avenido de las cuales una está desquiciada, otra bastante malcriada y la última vive de justificar sus incongruencias con ambición.
Los parecidos con Empire son más que evidentes. Y quizás no nos equivoquemos al catalogar Star como el reciclado de una versión primitiva de El Show de Cookie & Co. ¿Las diferencias? Más juvenil, enfocada a las zonas deprimidas en lugar de al lujo y el abrazo a la esencia trash sin reparos que agradecemos sin duda alguna. Si tenemos algo por lo que recomendar Star, es por esa atmósfera de tensión étnica y económica.
Después de todos estos palos: ¿es el piloto de Star malo? El guión tiene unos despropósitos que caen más del lado del bochorno que del de la osadía. Es el epítome de un guilty pleasure que necesita conocerse a sí mismo, sus posibilidades y su camino. La dimensión de los secretos familiares y las herencias fatídicas está terriblemente trillada. El mundo del bajo fondo y la Atlanta más que humilde tienen un atractivo innegable que jugará a su favor en las críticas. Y sí, vamos a ser simplistas, pero la vis cómica de las esteticienes llamándose de todo entre extensión y extensión va a ser unas risas a las que podamos agarrarnos en caso de hundimiento del barco.
La producción aprueba raspada si ignoramos cierta transición nefasta hacia la imaginación musical de la protagonista que ni Glee en sus peores épocas. El mayor peligro está en la falta de sustancia del trío, que claramente los guionistas, por el mero hecho de ser tres, pensarían que computaría como tridimensionalidad de los personajes.
La audiencia del estreno fue de 3 millones de espectadores menor a la del piloto de Empire, pero aún así defendieron unos casi 7 bastante decentes. Recordemos que durante toda su primera temporada Empire no tuvo un único episodio que no sumase en audiencia, cosa que muy raramente sucede en la televisión en abierto con la tendencia al desinflarse. La oportunidad se la vamos a dar, aunque sólo sea por ver el desastre en directo.
La audiencia del estreno fue de 3 millones de espectadores menor a la del piloto de Empire, pero aún así defendieron unos casi 7 bastante decentes. Recordemos que durante toda su primera temporada Empire no tuvo un único episodio que no sumase en audiencia, cosa que muy raramente sucede en la televisión en abierto con la tendencia al desinflarse. La oportunidad se la vamos a dar, aunque sólo sea por ver el desastre en directo.
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