Pese a que Arrow empezó la temporada apoyándose más en los elementos de acción que en los narrativos, desde hace un par de semanas hemos podido observar un claro viraje hacia lo emotivo. Lo cual dibuja un fuerte paralelismo con el recorrido narrativo de The Flash: tanto Oliver como Barry empiezan la temporada recuperándose de una pérdida; Barry, de Flashpoint y sus secuelas, y Oliver, de la de Laurel. Sin embargo, no sería hasta Invasion! cuando empezaríamos a notar las verdaderas consecuencias: para Barry, enfrentarse al resentimiento de muchos de sus compañeros, mientras que para Oliver sería recordar, una vez más, todos sus sacrificios.
En What We Leave Behind, los fantasmas de Oliver abandonan el campo de lo subconsciente y se vuelven una amenaza muy real al personificarse en Prometheus, quien es una misteriosa figura del pasado de The Hood (¿estamos todos de acuerdo en que Tommy Merlin tiene todas las papeletas?) cuya vendetta consiste en recordarnos que el camino recorrido por Oliver hasta convertirse en Green Arrow ha estado marcado por mucha, mucha sangre.
Y lo consigue; que no os engañe el hecho de que las actuaciones de nuestro querido reparto no estén a la altura de las circunstancias. Aprovechando los puntos fuertes de Oliver (la cabezonería y el complejo de mártir), Prometheus lo lleva a su terreno y lo engaña para que mate a Billy, el novio de Felicity, lo cual, por supuesto, debería convertir a Oliver casi inmediatamente en persona non grata para sus seres queridos. Sin embargo, e incluso antes de que le dé tiempo a pedir perdón, el Equipo Arrow lo perdona casi sin pedir la opinión de Felicity, quien coincide con ellos, y reciclan el mismo justificante que Diggle le expidió a Barry en Invasion!: “Bastante tienes con perdonarte a ti mismo.”
Me va a tocar hacer de poli malo, pero tampoco nos pasemos: tanto Barry como Oliver tienen mucho que aprender de sus errores. Ya han demostrado en demasiadas ocasiones que, cuando toda la carne está en el asador y hay que tomar una decisión importante, al final la única voz que escuchan es la suya propia, aunque tengan las intenciones más honradas posibles. No es inapropiado, entonces, que el leitmotiv de estas temporadas tenga que ver con las consecuencias.
Obviamente, sí difiero con Prometheus en que Oliver no es un apestado al que la muerte y la destrucción le sigan allá donde vaya, sino una persona empeñada en dar caza a la muerte y a la destrucción, y eso siempre va a comportar las repercusiones más dolorosas. Luego más que perdonarse a sí mismo, tal vez deba aprender a aceptarse tal cual es: otro locuelo más empeñado en vivir en Star City. En ese sentido, todos pecan de lo mismo, y todos terminan sufriendo la vendetta de Prometheus de una manera u otra: Diggle de vuelta en la cárcel y Felicity y Curtis con un novio menos.
Y no, tranquilos, no voy a terminar la review sin mencionar ese cliffhanger tan ridículamente absurdo. No porque no me alegre de la “vuelta” de Laurel, sino porque no hay manera lógica y razonable de justificarla. Claro que peor aún sería que nos estuvieran tomando el pelo y se tratase de una alucinación producida por el estrés acumulado de ser Green Arrow, alcalde y, recientemente, amante a tiempo parcial. En cualquier caso, seamos justos, ha sido una escena digna de final de mitad de temporada, y el respiro que Oliver necesitaba.
Nos vemos en enero, Laurel. Ahora que nos hemos quitado a la usurpadora de pacotilla Evelyn Sharp de en medio (quien demuestra estar totalmente ida de la cabeza en este episodio con eso de ponerse a hacer regalitos de Navidad para traicionarlos a todos unos minutos más tarde), el puesto de Black Canary vuelve a ser tuyo. Y, si en Star City no te quieren, en la Waverider sí te querrán.
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