Esta pasada semana muchos seriéfilos hemos estado de celebración por el regreso de la única e inigualable Shameless. Para los despistados, cabe recordar que por primera vez en los años que la serie lleva de recorrido, Showtime ha adelantado el estreno de su nueva temporada de enero a octubre, haciendo la espera de la sexta a la séptima temporada muchísimo más corta (en España a¡la veremos en Movistar Series). Este regalo de Navidad anticipado no nos puede venir más de perlas a los fans de la dramedia más bestia de la televisión. Y es que, aunque la temporada pasada no destacara por ser la mejor de la serie, nos dejó un final difícil de olvidar.
Recapitulemos un poco. A nuestro amigo Frank lo tiró al río su propia familia después de desvelar en la boda de Fiona que su prometido Sean llevaba meses drogándose a sus espaldas, y no lo hizo precisamente por motivos altruistas; por su parte, Debbie intentaba arreglárselas en su Teen Mom particular, y dejamos a Lip a punto de entrar en rehabilitación. Mientras, la vida era un poco más dulce para el resto de los Gallagher (y nuestro querido trío Vero-Kev-Svetlana).
Ahora que estamos todos al día, hablemos un poco de la nueva temporada, porque no trae mejores noticias para nuestros queridos personajes. Ha pasado un mes desde los sucesos de la trágica boda, y las consecuencias siguen presentes allá donde mires. Fiona sigue en su puesto de encargada en el restaurante de Sean a falta de que busquen a alguien que la reemplace, y dice que reniega de los hombres. A ver cuantos episodios le dura. Nos encontramos a Frank saliendo de un coma en el hospital y descubriendo que su familia no ha hecho el mínimo esfuerzo por encontrarlo en todo ese tiempo, tras lo que procede a hacer de las suyas, esta vez en silla de ruedas. Nuestro querido Lip sale de rehabilitación pareciendo renovado, pero no es oro todo lo que reluce…
Con este panorama, las expectativas para esta nueva temporada no son pocas. Porque cuando una serie lleva tantos años en la parrilla de televisión, es inevitable preguntarse si de verdad les quedan cosas innovadoras por contar (y si no que se lo digan a Grey’s Anatomy). Shameless no es una serie que queramos ver terminar pronto ni mucho menos, pero llega un momento en el que las tramas pueden llegar a resultar repetitivas, aunque en este caso la actuación y carisma de los protagonistas suple totalmente cualquier posible falta de originalidad. Cuando los personajes y las relaciones entre ellos han evolucionado hemos visto la serie brillar más, como con Lip, Ian y nuestro trío poliamoroso favorito, pero si la serie quiere volver a enamorarnos, tendrá que cambiar un poco de aires.
Queremos de vuelta esas escenas dramáticas de Fiona en las que Emmy Rossum nos hacía temblar de emoción, y rezamos para que los guionistas sepan dárnoslas esta temporada, porque lo que menos nos interesa de ella su novio de turno. Queremos de vuelta al Frank que nos genera empatía y no solo repulsa. Queremos tramas que nos enseñen el paso de adolescentes a adultos de Debbie y Carl, y no solo saber lo que les ocurre de pasada. Y si no es mucho pedir, queremos que Liam empiece a hablar de una santa vez, porque a su edad Carl ya tenía un repertorio de palabrotas digno de admirar.
Sabemos que la vuelta a los orígenes no siempre es sencilla y muchas cosas podrían salir mal, pero la esencia de las primeras temporadas de los Gallagher no se puede quedar solo en recuerdo. Esperemos que el ansiado regreso de Mickey Milkovich (Noel Fisher) esta temporada nos devuelva un poco esa chispa perdida y que los guionistas sepan reconducir la serie, porque la materia prima con la que trabajar todavía no se ha acabado.
COMENTARIOS