“Padres asiáticos de allí fuera,
si tan solo pudierais hacerme un favor, si tan solo pudierais darle a vuestros
hijos una cámara en lugar de un violín, estaría bien.” Así defendió Alan Yang
la necesidad de potenciar la participación de la comunidad asiática dentro de
la industria televisiva en los Emmys de este año. El guionista recibió, junto a
Aziz Ansari, el premio por cocrear Master of None y le siguió una gala
marcada claramente por la diversidad y por el reconocimiento a directores,
guionistas, actores y actrices que llevaban en la sombra durante demasiado tiempo.
Anterior a la victoria de Yang y
Ansari, Louie Anderson se hizo con la estatuilla por Mejor Actor Secundario en
una Comedia. El actor recibió el reconocimiento que se merecía por su brillante
interpretación de Christine Baskets, madre de Chip y Dale (Zach Galifianakis),
en Baskets. “Puede que no sea siempre un buen hombre, pero hago de
mujer de puta madre”, afirmaba el intérprete al recoger su galardón. La
vida de Anderson había estado bastante polemizada por su condición sexual al haber
ser víctima de chantaje en la década de los 90 por parte de Richard John
Gordon. Este le enviaba cartas de amenazas
en las que le exigía $200.000 a cambio de que no le contará al mundo su orientación
sexual: “no me hagas destapar tus secretos y estrellar tu carrera”. Al parecer, Anderson había intentado ligar con
Gordon en un casino en el año 93 y este decidió aprovecharse de la fama del
artista pero, finalmente en el 2000, Gordon acabó siendo arrestado.
La victoria de Anderson en esta gala es
importante precisamente por esta lamentable anécdota: un actor que tuvo que pagar
por miedo a que su supuesta orientación sexual pudiera ser tema de escándalo fue
capaz de recoger su premio delante de miles de personas y del mundo entero por (encima)
interpretar a una mujer.
Jill Soloway fue otra de las
grandes ganadoras de la gala. La creadora de Transparent se llevó la
estatuilla por la dirección del episodio Man Of The Land, y la creadora,
abiertamente bisexual y cuyo padre es transexual, no tuvo ningún parón en reivindicar
el papel de las mujeres dentro de la industria proponiendo “acabar con el
patriarcado”. En el backstage de los premios, la directora afirmaba
cómo lo importante es hacer ver al mundo a la comunidad trans como el
mismo tema de un producto televisivo, no un mero objeto a decorar o solo formar
parte de él. Noción que también defendió Jeffrey Tambor cuando recogió su
segundo Emmy (y además consecutivo) por su papel en la serie creada por
Soloway: “No me importaría ser el último cis en interpretar el papel
de un trans. Dadles la oportunidad de contar su propia historia.”
Saturday Night Live hizo
historia gracias a la magnífica Kate McKinnon, quien le dio al programa de
Lorne Michaels el primer Emmy para un actor/actriz de la serie. El programa ya había
estado nominado en la categoría gracias a Amy Poehler y Kristen Wiig (Bill
Hader y Eddie Murphy en la categoría masculina) pero fue McKinnon quien, a la
tercera, se llevó el galardón a casa. La presencia del colectivo LGTB en los
Emmys de este año no acabó aquí ya que Sarah Paulson se hizo finalmente con una
estatuilla dorada gracias a su papel en The people v OJ Simpson. La actriz,
que ya contaba con un destacable historial de nominaciones en los Premios Emmy, contentó a un gran sector de los seriéfilos
al recoger su premio y se consolidó definitivamente como uno de los
personajes televisivos más importante de los últimos años. Tanto McKinnon y
Paulson son actrices abiertamente LGBT y, al igual que todas las victorias
mencionadas anteriormente, reivindican la importancia que la diversidad está
ganando cada vez más dentro de la industria televisiva. Hasta la inesperada victoria de Tatiana Maslany podría ser entendida del mismo modo, dada la variedad de personajes que interpreta en Orphan Black, entre los que también se presenta la diversidad sexual que mencionamos.
La comunidad afroamericana
también se vio justamente representada en esta gala de premios, The People v
OJ Simpson fue, sin duda alguna, la gran triunfadora de la noche al
llevarse nueve galardones a casa. La serie de Ryan Murphy contaba con un
reparto de una calidad casi inigualable que se vio reconocido con la victoria
de Courtney B. Vance y Sterling K. Brown, por sus papeles de Johnnie Cochran y
Christopher Darden respectivamente, y acabó llevándose el premio a la Mejor
Miniserie. Además, Regina King revalidó el trono de Mejor Actriz de reparto en una serie limitada o telefilme por su papel en American Crime.
La visión que la sociedad
estadounidense y el mundo en general tendrá sobre las minorías que brillaron
como nunca en esta gala de los Emmys es claramente más grande ahora, pero sigue
siendo increíblemente pequeña para definir el panorama social actual como algo “justo”.
La diversidad sexual y de género por un lado, y racial por otro, poco a poco se
acomoda dentro de la industria televisiva y de la misma estructura social. Sin duda, el papel de los Emmys es fundamental y con cada edición van a mejor. La victoria de Viola Davis, Uzo Aduba y Regina King en la gala del año pasado son un claro ejemplo, pero, como dijo el hombre con el que comenzó este artículo: “Aún
queda mucho camino por recorrer”.
COMENTARIOS