Os reto. ¿A que sois incapaces de no sonreír y/o veniros arriba al recordar el opening de Unbreakable Kimmy Schmidt? Venga va, dejad ya de cantarla.
Si por algo se caracteriza la serie de Robert Carlock y Tina Fey es por ser buenrrollera, divertida, estrambótica, incluso hilarante, hasta la saciedad, pese a que, entre las caritas de felicidad de Ellie Kemper y los constantes morritos de Tituss Burgess, existan críticas a diversos temas. La más recurrida, la de la trama de Lillian durante la segunda temporada, los barrios cambian y los hipsters se están haciendo con todo.
En la primera temporada conocíamos a Kimmy, una pelirroja infantilizada que salía al mundo, cual Dora Exploradora puesta de azúcar hasta los ojos, tras ser encerrada durante 15 años en un búnker por un reverendo, al que da vida Jon Hamm. Normal que las chuches para cenar fuesen una opción.
Durante esta segunda temporada nos hemos encontrado con una Kimmy más "adulta", adjetivo que no casa mucho con su personalidad, pero sí con su forma de actuar con los demás, ayudándoles a superar sus problemas. Dora está en plena adolescencia y ya no es una niña que odia las zapatillas de velcro. Incluso ha superado los traumas que arrastraba desde su secuestro por parte del reverendo. A lo largo de este paso a la pubertad, hemos perdido parte de la esencia de esa niña, al igual que se ha perdido parte de la felicidad de la serie. Aunque no toda, por momentos, me he ido de la temporada. Muchos episodios han vivido más de gags puntuales (está llena de referencias) y de las interpretaciones de su reparto, que de guiones acertados.
Pese a que el personaje de Ellie Kemper sigue siendo el hilo conductor, estamos ante una temporada mucho más coral que la anterior, y con el protagonismo más repartido. La siempre genial Jane Krakowski cede parte de su cetro a Lillian, interpretada por Carol Kane, quien parece la evolución natural de la Phoebe Buffay de Friends. Igual de zumbadas, igual de callejeras. Juntas, Jacqueline y Lillian, protagonizan uno de los mejores gags de la temporada con el Cristo (Ecce Homo) de Borja y un Mondrian.
Aunque sin lugar a dudas las miradas y los piropos se siguen desviando hacia Titus Andromedon, el alma, la salsa, la pluma, el nervio, en definitiva, el todo en la serie. Podría no decir una única palabra en un episodio y tan sólo con sus gestos seguiría generando la misma hilaridad y comicidad. Es el roba-escenas perfecto y el complemento idóneo para Kemper. Juntos son capaces de levantar cualquier bajón de guion.
De nuevo, los cameos en la serie juegan muy a su favor aportando colorido y frescura al reparto con una amalgama de caras conocidas. Fred Armisen, Anna Camp, Jon Hamm, Steve Buscemi, Zosia Mamet, Josh Charles, Lisa Kudrow, Kelsey Grammer, Jeff Goldblum, Joshua Jackson. Nada, actorzuchos. Mucho se nota la mano y la larga influencia de Tina Fey, quién repite en esta temporada como la borracha terapeuta de Kimmy, Andrea.
Ya veremos si para la tercera temporada, Dora Schmidt deja atrás la adolescencia y da el paso definitivo para dejar de ser Punky Brewster y convertirse en Phoebe Buffay.
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