AMC no está en su mejor
momento. Yo lo sé, tú
sabes, Don Draper lo sabe y si Walter White pudiese saberlo ya habría tomado
cartas en el asunto. Into the Badlands
no ha hecho ruido, Better Call Saul no
ocupa ningún trono y lo más aclamado es un Halt
and Catch Fire que vive al límite de la cancelación. Y no, no vamos a
hablar de zombies porque ya basta. Hasta aquí todo es tirarse de los pelos. Pero ha llegado la resurrección.
Si tú escuchas nada más que el título en esta vorágine de adaptaciones de
cómics en la que vivimos, vas a pensar
que Preacher es un cura corrupto
que como mucho hace un exorcismo o dos y, si lo sumas a las tendencias de
antihéroes decadentes de la casa, el cura igual se mete cuatro rayas y tiene
una amante en cada parroquia. Con esta pereza uno se dispone a ver el piloto. No puede ser más opuesta. Los 64
minutos de episodio vuelan y le rezas a los dioses de la piratería que alguien
filtre el resto de la temporada para ayer.
Aquél que tuvo la magnífica idea de dar luz verde a Preacher lo hizo en el momento adecuado. No es una serie densa. Es
divertida, arranca la carcajada. El enfoque
a un público más joven y sin duda menos “refinado” —más sencillez y menos
intensidad, para que nos entendamos— resulta en una propuesta que adapta
perfectamente el adjetivo preferido del crítico: refrescante. Una serie que te
despierta en vez de inducirte una siesta.
Que no os engañen los visos a camino del héroe incomprendido ni las
historias de redención ni los daddy
issues que colean de fondo. Estos
niveles de gamberrismo, bizarrismo y exceso en lo gráfico apuntan a una
heredera natural de True Blood,
nada más y nada menos.
En caso de duda sobre si sumaros a la lista del club de fans pioneros de Preacher: posesiones intergalácticas, defenestraciones estratosféricas, vacas mal avenidas y mujeres empoderadas con complejo de MacGyver pedagógico. Que no os escuche yo decir que esto es más de lo mismo.
En caso de duda sobre si sumaros a la lista del club de fans pioneros de Preacher: posesiones intergalácticas, defenestraciones estratosféricas, vacas mal avenidas y mujeres empoderadas con complejo de MacGyver pedagógico. Que no os escuche yo decir que esto es más de lo mismo.
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