Realmente no hace falta volver a recalcar que la televisión está pasando por uno de los mejores momentos de su historia. Esta llamada “Tercera edad de oro” que vive actualmente la pequeña pantalla puede estar acabando o puede estar en pleno apogeo, pero sin duda le ha dado a la televisión la oportunidad para ser un firme oponente al mundo del séptimo arte, sobre todo en cuanto a miembros de su plantilla. Y es por eso que en el artículo de hoy de TV Spoiler Alert, realizaré un análisis sobre la situación actual del mundo televisivo comparado con el glamuroso universo hollywoodiense. O al menos lo intentaré.
Si hace un par de años las teleseries estaban
vistas como aquel sitio destinado solo para dar a conocer a actores emergentes,
y donde los grandes del mundo de los focos ni se dignaban a dirigir la mirada,
hoy en día los productos televisivos son formatos en los que centran su
atención un gran número de estrellas de Hollywood, sobre todo oscarizados que
no encuentran oportunidades dentro del cine en las que puedan brillar de la
manera que necesitan o al menos exigen. Llevarse la estatuilla dorada a casa viene con un abanico infinito
de ofertas de trabajo, pero a menos de que se forme parte de una trilogía o una
saga de películas el trabajo decae con el paso del tiempo (a menos que seas
Jennifer Lawrence y estés hasta en la sopa).
Hay actores y actrices que se mantienen
firmes en su decisión para quedarse dentro del mundo del séptimo arte, alegando
que no hay una calidad similar en ningún otro medio y mirando por encima del
hombro a aquellos que se incursionen en los mares de la televisión, mientras que
la otra parte se da cuenta de la fuga de cerebros que está teniendo lugar y con
pañuelo en mano se despiden para ir a probar suerte en alguna teleserie o
miniserie. Y sí, esta última en cantidades descomunales.
Es bastante curioso, a decir verdad. Anteriormente, los actores que ya no triunfaban en el cine o que al menos no encontraban
papeles adecuados para interpretar se marchaban al mundo del teatro, y no me
malinterpretéis ya que aún se sigue haciendo, pero la presencia de astros cinematográficos
está siendo cada vez más palpable en este nuestro mundo televisivo. Jessica
Lange es el ejemplo por antonomasia que mejor define al fenómeno. Podéis ser
fans o no tanto de esta mujer como de American
Horror Story pero no hay duda alguna
de que la actriz, doblemente oscarizada, se convirtió en la femme fatale de la televisión por sus
papeles protagonistas en las cuatro primeras temporadas de la obra hecha por
Ryan Murphy. Junto a ella se suma nada más y nada menos que Kathy Bates, quien
se llevó el Oscar a casa por Misery,
y que a pesar de que sus incursiones en el cine no han cesado, se ha centrado
en sus papeles televisivos que le han otorgado cuatro nominaciones y dos victorias
en los premios Emmy.
¿Pero desde cuándo y por qué la
televisión le está abriendo las puertas a esta gama de actores y actrices?
Todo este éxodo comenzó con aquellas intérpretes que, después de años de trayectoria
cinematográfica, se cansaron de los papeles planos y simplones del cine y se
decantaron por personajes más trabajados y con un desarrollo muchísimo más
largo y lento: Lange y Bathes, Glenn Close con Damages, Maggie Smith con Downton Abbey e incluso Helen Mirren
con su papel en la miniserie Elizabeth I
son algunos de los nombres que se decidieron por cambiar de acera. Otro ejemplo
hubiera sido Susan Sarandon (la también oscarizada actriz iba a protagonizar Graves, una serie original de EPIX pero
al final la sustituirá Sela Ward después de haber abandonado el proyecto por
diferencias artísticas). Dentro de la misma lista nos encontramos a más divas del cine como Jane Fonda con Grace and Frankie pero también a recientes ganadores del Oscar como Patricia Arquette, quien decidió quedarse con CSI: Cyber antes que continuar en el mundo del cine; Adrien Brody con la miniserie del canal History Houdini o Octavia Spencer y la fallida Red Band Society pero con su papel de invitada en Mom. Y eso son solo los más recientes, ya que tanto Kate Winslet (Mildred Pierce), Anjelica Huston (Smash y Transparent), Kevin Spacey (House of Cards),Sissy Spacek (Bloodline) o Sigourney Weaver (Political Animals) han realizado incursiones en la industria televisiva, y a la mayoría mal no les ha ido.
El interés que ciertos iconos de
la interpretación mostraron hacia este mundo tan maravilloso que es la
televisión, junto a la importancia que las cadenas le fueron dando a la calidad
de sus productos para mejorar su imagen, propiciaron el inicio de una etapa que
originó productos de una calidad tan despampanante, que le quitó rareza al
hecho de ver a algún actor o actriz galardonado dejándose caer por la pequeña
pantalla. Y aquí es donde yo quería llegar, ¿qué ha pasado con la televisión en
estas dos últimas décadas? La HBO llegó y pisó fuerte con Los Soprano, aunque ya había apuntado maneras con Oz en el 97, y dio el pistoletazo de
partida en la que será una carnicería entre cadenas para ofrecer el producto
con más calidad de la parrilla. Al ser una cadena privada no se tuvo que
preocupar por el contenido que transmitía de acuerdo a ciertos horarios, y ya
contó con una plantilla en la que figuraban actores, guionistas y directores destacables
desde el principio. He aquí la plantación de la semilla. Gracias a esta
incursión la televisión cuenta con los productos de hoy en día, aunque ya había
comenzado unas cuantas décadas antes pero para hablar de todo esto tendríamos
que dedicarle un artículo entero y no nos vamos a meter en debates chungos.
Pero la cosa no se acaba con los
intérpretes, los directores también quieren su hueco en la televisión y vamos,
no nos podemos ir a casa sin comentar el otro lado de este peculiar fenómeno. A
pesar de que este movimiento ya se vio con Lynch y su maravillosa Twin Peaks (la cual fue sin duda alguna
una revolución masiva en la parte técnica de una serie), en los últimos años
hemos visto a grandes mentes del cine, también muchos oscarizados, ponerse
detrás de las cámaras en un producto televisivo: J. A Bayona con Penny Dreadful, David Fincher en House of Cards o Scorsese con Broadwalk Empire y la más reciente Vinyl, e incluso Woody
Allen está trabajando de la mano con Amazon en una serie que protagonizará
Miley Cyrus.
A la televisión ya no se la ve como aquel Lecho de las pulgas con el que antaño se le relacionaba y se ha consolidado como un medio digno de cualquier nivel interpretativo, diva o humilde, oscarizado o no. ¡Si hasta Meryl Streep dejó su huella en 2003 con Angels in America! Y esa es una de las actrices que no necesitaban ni necesitan para nada cambiar de aires, al menos por el momento. La etapa que está viviendo la industria televisiva es espectacular y toda una delicia para nosotros, los consumidores. A pesar de que estén surgiendo problemas con la explotación de este medio y las mil y un cadenas que produce y producen series, no puedo hacer nada más que recomendaros sentaros y disfrutar de todo lo maravilloso que se está emitiendo en esta temporada. Tanto guionistas como directores o intérpretes encuentran en las series una libertad e innovación que no ven en la industria cinematográfica, por lo cual esperemos que sigan explorando tierras y técnicas que no sean fáciles de ver en la gran pantalla. Porque la televisión no tiene nada de lo que avergonzarse.
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