Diez desconocidos responden a la invitación de un misterioso anfitrión y se reúnen para cenar en su ostentosa mansión, situada en una pequeña isla a la que solo se puede llegar remando. Lo que no saben es que quien sea que les haya invitado, lo ha hecho con una perversa intención: liquidarlos uno a uno como castigo por unos crímenes que niegan haber cometido.
Es la premisa de la novela de misterio más vendida de la historia, Diez Negritos de Agatha Christie, que la BBC decidió llevar a la pequeña pantalla a finales de 2015 para celebrar el que hubiese sido el 125 cumpleaños de la dama del misterio. Se trata de la enésima adaptación del libro de Christie –creadora también de personajes como el detective Poirot o el 'matrimonio de sabuesos' de Tommy y Tuppence Beresford–, que llegó a las salas de cine en 1945, 1965 y 1970 y, sin duda, ha influido de forma menos directa en series como la fallida Harper's Island que estrenó CBS en el verano de 2009.
El principal gancho de esta nueva versión de la obra, rebautizada hace tiempo en su país de origen como And Then There Were None para desligarla del racista título original, es su reparto: por la mansión pululan Charles Dance (Game of Thrones), Miranda Richardson (Rubicon), el omnipresente Sam Neill (Peaky Blinders, Alcatraz) y al perturbador Burn Gorman (Turn, Revenge, Game of Thrones), entre otros. Aidan Turner (El Hobbit, Being Human), por su lado, se queda con uno de los personajes más interesantes y con más dobleces del material original.
Como novela de misterio, Diez Negritos es implecable, y And Then There Were None no pierde un ápice de efectividad en el camino. La guionista Sarah Phelps y el director Craig Vivieros han optado por una tensión poco convencional, y, en lugar de optar por el suspense inmediato, van creando poco a poco una atmósfera asfixiante que se contagia al espectador al mismo tiempo que los personajes comienzan a perder el juicio y a no pensar con claridad.
A lo largo de los tres episodios que conforman la miniserie, los personajes van desvelando poco a poco sus cartas sin sorprender demasiado a los fans del material original, a los que recompensa con una realización más que notable. And Then There Were None juega con la narración visual y evita la sobreexposición en los diálogos (un principio que traiciona inevitablemente en el último acto), lo que hace que sea estimulante hasta para quienes conozcan la historia.
Para quienes no hayan leído la novela, And Then There Were None será el triple de intrigante, y un buen medio para acercarse a la que muchos consideran como la obra cumbre de una de las escritoras de misterio más importantes de la historia de la literatura. La adaptación que hizo el pasado verano BBC de Partners in Crime (también como celebración del mismo aniversario) se quedó en simpática. And Then There Were None, en cambio, es mucho más recomendable y bien merece tres horas de tu tiempo.
El principal gancho de esta nueva versión de la obra, rebautizada hace tiempo en su país de origen como And Then There Were None para desligarla del racista título original, es su reparto: por la mansión pululan Charles Dance (Game of Thrones), Miranda Richardson (Rubicon), el omnipresente Sam Neill (Peaky Blinders, Alcatraz) y al perturbador Burn Gorman (Turn, Revenge, Game of Thrones), entre otros. Aidan Turner (El Hobbit, Being Human), por su lado, se queda con uno de los personajes más interesantes y con más dobleces del material original.
Como novela de misterio, Diez Negritos es implecable, y And Then There Were None no pierde un ápice de efectividad en el camino. La guionista Sarah Phelps y el director Craig Vivieros han optado por una tensión poco convencional, y, en lugar de optar por el suspense inmediato, van creando poco a poco una atmósfera asfixiante que se contagia al espectador al mismo tiempo que los personajes comienzan a perder el juicio y a no pensar con claridad.
A lo largo de los tres episodios que conforman la miniserie, los personajes van desvelando poco a poco sus cartas sin sorprender demasiado a los fans del material original, a los que recompensa con una realización más que notable. And Then There Were None juega con la narración visual y evita la sobreexposición en los diálogos (un principio que traiciona inevitablemente en el último acto), lo que hace que sea estimulante hasta para quienes conozcan la historia.
Para quienes no hayan leído la novela, And Then There Were None será el triple de intrigante, y un buen medio para acercarse a la que muchos consideran como la obra cumbre de una de las escritoras de misterio más importantes de la historia de la literatura. La adaptación que hizo el pasado verano BBC de Partners in Crime (también como celebración del mismo aniversario) se quedó en simpática. And Then There Were None, en cambio, es mucho más recomendable y bien merece tres horas de tu tiempo.
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