El universo Marvel es mucho más rico y diverso en los cómics de lo que nos muestran sus adaptaciones cinematográficas y televisivas. Éstas, por muchas virtudes que tengan, han repetido demasiadas veces el esquema del hombre blanco y heterosexual que descubre que tiene poderes y debe salvar el mundo. Por suerte, la alianza de la compañía con Netflix nos está dando cosas tan interesantes como Jessica Jones, una serie que demuestra (especialmente a los no familiarizados con los tebeos) que dentro del género de superhéroes se pueden contar muchas más cosas de las que estamos acostumbrados a ver en la pequeña y la gran pantalla.
Héroes atormentados hemos visto ya unos cuantos, y Jessica Jones podría ser un poco más sutil al presentar según qué conflictos y subtramas, pero el último estreno de Netflix tiene tantas virtudes jugando a su favor que es muy fácil ignorar sus pequeñas imperfecciones y centrarnos en todo lo bueno que nos da.
Héroes atormentados hemos visto ya unos cuantos, y Jessica Jones podría ser un poco más sutil al presentar según qué conflictos y subtramas, pero el último estreno de Netflix tiene tantas virtudes jugando a su favor que es muy fácil ignorar sus pequeñas imperfecciones y centrarnos en todo lo bueno que nos da.
No es otra historia de orígenes
Jessica Jones deja caer que, en el pasado, su protagonista fue una superheroína convencional, de las que trataba de hacer del mundo un lugar mejor usando su fuerza sobrehumana. Pero la cosa no salió bien, y ahora se dedica a sobrevivir con un trabajo de detective privada. Y no de las guays, a lo Veronica Mars (serie con la que tiene muchos puntos en común), sino de las que se patea callejones para cazar a maridos y esposas infieles. En este sentido, la atmósfera oscura de Hell's Kitchen que ya construyó Daredevil le viene como anillo al dedo al tono noir que la serie toma prestado del cómic en el que se basa.
Jessica no está descubriendo sus poderes, ni se esfuerza demasiado en ocultarlos por miedo a la reacción del mundo. Sus conflictos vienen de otra parte, pues ciertos acontecimientos pasado definen cómo es en el presente: una loba solitaria que tiende a desconfiar de todo el mundo y ha aprendido a cuidar de sí misma. Su relación con Kilgrave, el perturbador villano interpretado por David Tennant, vertebra la primera temporada y va desvelando las distintas capas del personaje, uno de los más interesantes (y traumatizados) que Marvel ha llevado a la televisión.
Gran protagonista y secundarias a la altura
A lo largo de 2015, se han estrenado unas cuantas adaptaciones comiqueras protagonizadas por mujeres. iZombie, Agent Carter y Supergirl le han dado un poco la vuelta a un panorama desolador en lo que a superheroínas se refiere. Jessica Jones ha llegado la última a la fiesta, y no verbaliza tanto su feminismo como otras novedades de este año, pero sirve de contrapunto a la ligereza que caracteriza al resto y cuenta con una protagonista fascinante, a la que Krysten Ritter (la grandísima bitch del Apartment 23) interpreta sin aparente dificultad.
Melissa Rosenberg, la creadora de la serie, es consciente de que todavía queda mucho por andar en la representación femenina dentro del género, y no puede ser casualidad que el primer gran rival de Jessica Jones sea un tipo que se dedica a manipular a sus víctimas (casi todas mujeres) y anularlas como personas. Afortunadamente, que la propia Jessica sufriese en primera persona su control mental no hace que la veamos como un personaje débil: ella es más que su estrés postraumático.
La serie la rodea, además, de otros personajes femeninos potentes e interesantes, como Trish Walker, una exitosa locutora de radio capaz de dejar KO a quien se atreva a tocarla, o Jeryn Hogarth, la abogada a la que interpreta Carrie-Anne Moss y que recuerda a la Claire Underwood de House of Cards. Pasar el test de Bechdel-Wallace para Jessica Jones no supone ningún problema.
Sentido del ritmo
Los showrunners que trabajan para Netflix pecan a menudo de confiar demasiado en la paciencia del espectador en favor de un desarrollo más orgánico. Lo malo de esto es que muchas veces acaba dando como resultado unos primeros episodios insufribles (¿alguien ha dicho Bloodline?). Jessica Jones tarda varios episodios en revelar cosas que probablemente sabríamos desde el piloto si se emitiese semanalmente en cualquier cadena tradicional, pero, aun así, está pendiente en todo momento de entretener.
Jessica no es precisamente una mujer abierta, y si no que se lo pregunten a Luke Cage (Mike Colter), a quien están introduciendo de muy forma orgánica y nada testimonial. La detective carece del altruísmo desmesurado de otros superhéroes, algo que precisamente la hace más humana y verosímil. Comete errores, pero entendemos sus decisiones y queremos que le vaya bien, por lo que seguir sus aventuras es emocionante desde el minuto uno.
Ah, y además tiene una cabecera de las que da gusto ver (aunque Netflix se la salte automáticamente durante el maratón). ¿Qué os ha parecido a vosotros? ¿Os habéis ventilado ya la temporada completa?
COMENTARIOS