A la cuarta fue la vencida. Tras tres episodios sin tregua, The Walking Dead nos trae un episodio centrado en un sólo personaje, Morgan, en el que descubrimos qué ha sido de su vida desde que abandonó su escondite en el que Rick y Michonne lo encontraron hasta el presente. Ahora ya sabemos cómo y por qué pasó de ser un loco descontrolado a ser un pacifista convencido. Muchos de vosotros no habréis quedado contentos con este Here's Not Here porque ha carecido del nervio de los otros tres episodios y la trama ha quedado muy lejos de Alexandria en distancia y en el tiempo. Además, creo que su duración podría haber sido aprovechada en un episodio con más contenido ya que sobran algunas escenas. Eso sí, está muy bien escrito por Scott Gimple.
A mí me gustan todos los episodios de The Walking Dead, los de acción y éstos reflexivos porque opino que son la clave de la serie. Enfocar el apocalipsis sólo desde el punto de vista de la acción, además de un error, sería desaprovechar las enormes posibilidades para desarrollar muchos y muy buenos personajes y situaciones. A Kirkman y Gimple siempre le ha preocupado esto último, no olvidemos que The Walking Dead no es más que una serie de cable centrada en personajes, sólo que en un entorno diferente. En este caso, hemos conocido un poco más a Morgan, lo que le pasa, su trasfondo y hacia dónde va, pero también hemos descubierto a Eastman, principal protagonista del episodio y que no podría haber sido interpretado por otro actor mejor que John Carroll Lynch, brillante siempre allá donde trabaja.
Here's Not Here ha sido un duelo entre dos personajes opuestos. Por un lado Morgan, que llegaba a la cabaña dispuesto a matar a quien fuera necesario porque había perdido la conexión con el mundo real. Y, por otro Eastman, un buen hombre que había sobrevivido increíblemente bien solo y que se complicaba la vida intentando reconducir la vida de su huésped. Su historia es impresionante y sus métodos para traer de vuelta las mentes enfermas en un mundo postapocalíptico lo son aún más. Eastman sólo quería un compañero de viaje para sobrevivir porque se había dado cuenta de que tarde o temprano otros humanos vendrían a matarle.
El caso es que una vez más The Walking Dead nos plantea un escenario sin esperanzas y muy pesimista a pesar de que todo parecía que podría funcionar esta vez (aunque ya sabíamos que el bueno de Eastman no lo lograría). La culpa de Morgan lo echan a perder esta vez tras reconocer al chaval que asfixió, para después descubrir que ni siquiera su nuevo amigo pudo resistirse ante la tentación de vengarse de quien hizo daño a su familia. Su muerte completa este viaje iniciático de Morgan, quien abraza su lado pacifista hasta el extremo. Al final del capítulo descubrimos que tiene como prisionero al líder de los Wolves e intentará rehabilitarlo como hicieron con él. Pero nuestro amigo no es psiquiatra y desde luego su reo no es él, por lo que todo parece encaminarse hacia la muerte de un personaje importante (o la suya propia) por culpa de su negligencia, lo cuál una vez más dará la razón a Rick y sus no riesgos.
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