No se puede negar que lo mejor de Masters of Sex son sus guiones y sus grandísimos actores. La elegancia e inteligencia con la que se hilvanan gestos y miradas con mensajes entre líneas y sugerencias veladas es una de las grandezas de la serie de Showtime, que acaba de cerrar una notable tercera temporada con un final lleno de tensión.
Hacía tiempo que no asistíamos a un season finale tan trepidante en esta serie, que supera al de su primera entrega. Pero recapitulemos todo lo que hemos podido ver y disfrutar en el show de estos revolucionarios científicos del sexo.
La temporada arrancaba con la pareja preparando el lanzamiento de su libro y la consolidación de su clínica de fertilidad. Comenzaba la segunda mitad de la década de los 60 con unos Bill y Virginia unidos y en armonía, atendiendo entrevistas por su innovadora aportación a la medicina y alcanzando fama internacional por sus descubrimientos. No obstante, el enlistamiento del hijo mayor de Virginia (en plena guerra de Vietnam) y la disfuncional relación con su hija adolescente venían a poner algo de drama en sus vidas.
Aun así, el triángulo no parecía funcionar mal. Incluso veíamos como Libby y Virginia tenían una íntima charla en la que la primera daba carta blanca a la relación de los científicos a cambio de la promesa de Gini de no interferir nunca en la dinámica familiar del matrimonio.
Virginia, sufriendo al tener un hijo en las trincheras, tenía un escarceo con su ex que culminaba en embarazo y matrimonio de conveniencia para evitar habladurías de cara a la opinión pública.
Por otro lado, la siempre poderosa influencia de Bill sobre el destino de Virginia y la ambición de ella por colocarse a la misma altura profesional que el ginecólogo, fueron llevando a la psicóloga hacia otros brazos, los del empresario Dan Logan (Josh Charles, The Good Wife), quien hacía aparición hacia mitad de temporada como nuevo inversor y socio capitalista de Masters & Johnson.
Una brecha sentimental se abría entre los protagonistas y la tensión auguraba tragedia. Bill, celoso de Logan y partidario de lanzar un programa de terapia con solteros sexualmente disfuncionales (pese a las objeciones de Virginia), se enemistaba con ella al tiempo que se agudizaba la incomunicación con su hijo mayor Johnny.
Mientras tanto, la vida de Libby Masters daba un giro gracias a la incipiente relación con su vecino, el señor Edley, a quien su mujer iba a dejar antes de sufrir un infarto cerebral. Edley, destrozado por la muerte de su esposa y las noticias de que quisiera abandonarle, fraguaba una poderosa intimidad con Libby, relación que acabaría en romance.
Por fin Libby tenía oportunidad de ser feliz y rehacer su vida lejos del distante Bill. Sin embargo, las inesperadas acusaciones de abuso a menores de la familia de un compañero de Johnny hacia Bill, producto de un malentendido, llevaban finalmente a Libby a decidir no divorciarse para casarse con su nueva pareja.
A esta investigación policial se sumarían en el último episodio cargos de proxenetismo y prostitución hacia la clínica, como consecuencia de una persecución religiosa que se intuía desde el principio. Todo ello en medio de la celebración de un importante evento publicitario, que no podría celebrarse con Bill y Virginia en el calabozo.
Tras su liberación por fianza, Virginia, en la dicotomía de decantarse por su trabajo y Bill o su nuevo amor, decide fugarse con Logan a Nueva York y abandonar al doctor Masters, a quien culpa del declive de su negocio. Resentida por sentirse tantas veces manipulada y con la esperanza de ser feliz, pide a Bill que la deje marchar, después de que este confiese lo que siente hacia ella.
Todo se derrumba a su alrededor, y entonces Bill confiesa a Libby su aventura, affair del que su mujer ya estaba al corriente. Masters, sorprendido, le pide perdón por todo el daño infligido pero decide ir a buscar a Gini. Mientras, Virginia embarca en un avión con Logan sin dejar de mirar atrás. '¿Tienes miedo de que venga o de que no venga?', le pregunta este. En el último momento Bill, a punto de llegar, decide que quizás lo mejor sea abandonar y dar la pelea por acabada.
Aparte de las tramas principales, las historias secundarias, en las que no entraremos, también han aportado grandes momentos, especialmente las relativas a las parejas gays y la de hijo de Bill, que no entiende por qué su padre apenas le presta atención y le dedica cariño. Al final Libby le cuenta la relación que este tuvo con su padre y las secuelas de sus abusos físicos.
En general ha sido una temporada con ciertos altibajos narrativos, pero que aun así ha regalado escenas magníficas a los fans de Masters of Sex. Veremos qué rumbo toma su cuarta entrega.
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