Vamos a dejar que os sigáis
reponiendo del último giro shondiano y trataremos Lo Gordo al final, porque hay
que digerirlo con la calma.
Finales de temporada a un lado,
un servidor va a aventurarse a decir que esta semana hemos visto uno de los
mejores episodios de Grey’s, que para
ser el número 249, ya es tener la fórmula de la Coca Cola.
Los ingredientes los tenemos
claros, cojan papel y lápiz:
- Centrarse en los internos y bajos escalafones, porque nos gusta una nostalgia de cuando nuestros niños eran mozos más que a un tonto un lápiz.
- Tener una nueva relación lo suficientemente atractiva y original como para que nos importe y no digamos que esto ya lo tenemos muy visto.
- Mantener y explotar el drama de otras relaciones que hace tiempo que ni son relación ni son nada. Cuanto más frío el cuerpo, mejor.
- Y, si es posible, nos dejen una trama B o C para echarnos unas risas entre tanto lagrimón.
Partamos de las guerras por venir. Jo y Steph se van a enzarzar en su Game of Thrones personal y arrastrarse mutuamente. Querida Josephine, una cosa es estar resentida con la vida porque la ex de tu novio es algo inamovible en nuestra memoria y otra es pegarle una puñalada trapera a tu mejor amiga porque está mejor vista por los jefes que tú. Alguien no sabe perder y luego se quejan de que nadie quiera cuentas con ella.
Nuestra nueva musa del quirófano,
tal y como prometía la promo y su aquí te pillo, aquí te mato de la semana
pasada, no nos decepciona y sigue creciéndose en pantalla y en nuestros
corazones. A la niña friki de la purpurina y los crucigramas le han pegado un
meneo que le han alisado la permanente y esa incapacidad para hacerse con el
estilo de interacción humana del Seattle Grace no se puede aguantar de adorable que es.
Maggie Pierce es el único personaje de serie de televisión que se mete en una
sala vacía con un modelo de Abercrombie a darse la mano y espera que no la
empotren contra la puerta. Te queremos.
El power duo que son April y Arizona vuelve a las andadas y en su hábitat natural: un armario de material llorando a moco tendido. Kepner sigue tirándole cuchilladas a Jackson para que vuelva con ella. Esperamos un secuestro la semana que viene hasta que el Síndrome de Estocolmo se torne en reconciliación.
Arizona, por su parte y por fin,
empieza a admitir que sigue enamorada de Callie, que es el amor de su vida y
que sus patines ruedan por ella hasta los confines de la Tierra. Mucho escuchamos estas últimas semanas sobre
la misteriosa, perfecta y repentina mujer que se había echado la Torres. Los guionistas
se esforzaron demasiado en plantearnos una fémina tan ideal que incluyese hasta
función vibración tornado, y más cuando todos íbamos a ponernos de parte de Arizona y
despedazarla.
¿Pero cómo despedazas a la única
persona que no era una negligente integral en la muerte de Derek Shepherd?
Se había escuchado que Penny iba a volver a la serie. Esperábamos que fuese en forma de paciente de Meredith y que le diese un meneo Revenge a la cabeza, pero desde luego no como novia del milenio. Ésta es una trama que sí queremos ver hacer implosionar el universo.
No nos extrañaba ver a Meredith
tirar de carta de la viuda errante. Que si ella mejor que nadie sabe recibir
malas noticias, que si tiene los bajos para hacer trapos… Nada nos sorprende,
es vivir de las rentas y eso se estila mucho por aquí. La forma de hilar y llevarnos como corderitos al
matadero para desencajarnos la mandíbula ha sido ya de un nivel superior.
Insert aplauso.
Insert aplauso.
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