Qué carita puso Fitz cuando vio a Liv en la tele confirmando su relación. Ay, l'amour. Pero no tan rápido. Tenemos que pensar en la semana pasada, cuando Sally mostró imágenes de Fitz & Liv en directo y Olivia hizo lo que mejor se le ha dado siempre en tiempos de crisis (después de arreglar escándalos), huir. Se encargó de un nuevo caso que nos importaba más bien poco. Este no ocupó mucho tiempo en pantalla, por suerte. Solo era trama de compañía. Obviamente, esta semana no ha habido caso.
Por mucho que Ellen Pompeo se queje de que ella no es la protagonista absoluta, como Olivia Pope, está completamente equivocada con respecto a su serie hermana. Cada episodio demuestra que Scandal también es una serie coral. Pues claro, si la mitad de la audiencia no quería que Liv acabase con Fitz y la otra mitad está cansada de tantas idas y venidas. Hay mucho más.
Representando al pueblo indignado, tenemos a Sally Langston y a Susan Ross. Sally solo quiere echar pestes del Presidente para conseguir ventaja política. Es Susan la que habla desde el corazón. Cada una tiene su ética y sus motivaciones, pero coinciden en lo esencial. Que un Presidente no puede cometer errores como cualquiera, dicen. Pero Clinton no estaba enamorado de Monica, que sepamos. Más aún, aunque sean casos distintos y queramos usar aquí la excusa del amor, no hace falta. ¿Es necesario justificar las decisiones personales de cada uno? Pues ni yo mismo lo tengo claro, pero me gustaría pensar que no. Aunque, mira, al final Fitz es republicano y cada uno tiene que saber dónde se mete. Y punto.
Era un jubilado en bata, pero todavía le quedaba mucho por hacer en la Casa Blanca: Cyrus supo antes que nadie quién había filtrado las fotos e hizo que Abby hablase con la prensa con total independencia de sus superiores, todo para librarse de Elizabeth North. Pero la pelirroja prefirió guardarse esa carta para más adelante. Fitz, guiado por ella, decidió desmentir el escándalo y quedarse con Mellie, destrozando los planes de Lizzie.
Es cierto que todo esto no sirvió de nada porque, entre la conversación con Jake y la llamada de Fitz, Olivia ignoró sus temores y, en un arrebato del que se arrepentiría poco después, confirmó a la prensa ser la mistress de America. En ese mismo instante, POTUS y FLOTUS se preparaban para negarlo todo desde casa. Abby pudo parar la entrevista y darles tiempo para pensar, mientras que Cy aprovechó para llamar a la puerta de Lonely Mellie.
Y ahora vienen los problemas. ¿Qué le decimos a la prensa? ¿Qué hacemos con Mellie? Pues habrá que decir la verdad, pero a qué precio. Mellie quiere todo lo que ha podido disfrutar como First Lady. Cuando lo tiene ya en sus manos, se da cuenta de que no le basta, de que quiere más. No sabe qué es, pero lo quiere. Necesita sentirse llena hasta que pueda conseguir ser la Presidenta de Estados Unidos. Eso no depende de ella, digo yo, pero ella ya se ve en el Despacho Oval. Podríamos tomar a Hillary Clinton como referencia. Se necesita tiempo, pero todo llega. También encuentra la oportunidad de hacerle ver a Olivia la vida vacía que llevará a partir de ahora. Liv quiere volver atrás, no quiere perder su vida y así se lo hace ver a Fitz.
Olivia ha podido pedir perdón a Abby por no creer en su talento y Fitz ha hecho lo propio con su todavía esposa, esta vez desde el corazón, al ver cuánto ha perdido ella durante todos estos años. La reconciliación llega y Mellie está dispuesta a salir a contar una realidad aproximada. Cyrus ruega para ser readmitido en la Casa Blanca, pero no funciona. El pobre no sabe cómo ha llegado a esto. Por un momento se ha visto dentro de nuevo, pero Fitz no olvida. Y aquí llega la venganza: Se acabó la buena Mellie; Cyrus se encarga de que Mellie no ceda a la presión y se marchan. Es entonces cuando Liv decide dejar su vida atrás y empezar a llevar los pantalones en esa casa (Blanca). En realidad ya los llevaba.
Quinn y Huck siguen en su mundo paralelo de insustancialidad. Hace mucho tiempo que quedaron estancados y seguirán así hasta que aparezcan muertos. Jake parecía haberse unido a la fiesta, pero entonces el Louvre comienza a arder. Eso significa algo muy gordo que solo Rowan entendería. Papa Pope ha vuelto. Una desgracia. Maldito Louvre.
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