Hell
on Wheels acabó hace poco la primera mitad de su quinta y última temporada
(los restantes siete episodios se emitirán en 2016), confirmando que es una de
esas series que deberían tener más reconocimiento. Siguen manteniendo el nivel
con unos guiones en los que las sorpresas están garantizadas, así que no nos
queda más remedio que daros cinco razones para engancharos a sus historias y personajes.
1. Cullen Bohannon, el hombre atormentado por excelencia…
Con
su capacidad para reinventarse —y lucir como nadie una melena con más suciedad
que las camisetas de Rick Grimes— Cullen Bohannon es el protagonista perfecto
para una serie situada en el Oeste: con su propio código de honor, no le
tiembla la mano para la venganza ni para ofrecer ayuda (a quien se la merece).
En él conviven las dos caras del ciudadano americano que buscaba su futuro en
los duros territorios de la frontera, perseguidos por su pasado pero siempre con
un objetivo claro en el horizonte.
Anson
Mount todavía no ha destacado en otras producciones pero sí ha demostrado que
Bohannon está cortado a su medida. Desde la voz profunda hasta una cuidada expresividad
minimalista, el actor compone un protagonista adictivo: sus miradas son de los
mejores gifs seriéfilos que se pueden encontrar hoy en día en la web.
2. …y su épico enfrentamiento con “El Sueco”
Thor
Gundersen en realidad es noruego, pero bajo todos los nombres que va acumulando
a lo largo de los capítulos se oculta uno de los mejores villanos de los
últimos años. Sus delirios de grandeza han ido aumentando en cada temporada y
después de que su juego como pastor mormón fracasase, ha vuelvo a demostrar su
capacidad para el mal, manipulando a todos los que le rodean para conseguir su
objetivo: su ansiada venganza final contra Cullen Bohannon.
Los
guionistas saben que tienen en el personaje interpretado magistralmente por Christopher
Heyerdahl a una de las joyas de la serie (¡qué injusto que no se reconozca su
trabajo en los premios!). Por eso le escriben diálogos antológicos y le
construyen planos con una fotografía que envidiaría cualquier director de cine.
3. Revivir la pasión por el Western
¿Quién
no ha pasado tardes de verano con alguna de vaqueros perdidos en medio del
desierto, ya sea con Clint Eastwood o John Wayne? El western es un género
perdido que de vez en cuando vuelve a resurgir en la pequeña pantalla: Deadwood
es la referencia perfecta pero su final nos había dejado huérfanos. En Hell
on Wheels se vuelve a recuperar el espíritu de las producciones clásicas,
con luchas raciales y de clase, con pueblos que se convierten en el escondite
perfecto para asesinos y ladrones.
Y
como en todo clásico del Oeste que se precie, los protagonistas son antihéroes
con muchas manchas en su historial que se convierten en líderes a su pesar. Ah,
y que es imposible saber si podrán cabalgar felices hacia el horizonte o una
bala se cruzará antes en su camino…
4. Una banda sonora que se adapta como un guante a las imágenes
Desde
la composición que acompaña los créditos hasta el score que completa cada
escena, Hell on Wheels cuida al máximo el apartado sonoro de la serie.
Podemos encontrar desde canciones confederadas (como Dixie o Bonnie
Blue Flag) a canciones tradicionales irlandesas, chinas o espirituales,
reflejando cada una de las culturas que entran en contacto en la construcción
del ferrocarril.
Pero
también incluyen música actual, casi siempre inspirados por el clásico folk
americano, que combina a la perfección con las imágenes. Lo podéis comprobar en
esta escena en la que suena de fondo Soul of a Man de David Lindley.
5. La recreación de una época salvaje
Aunque
la serie se toma licencias históricas para hacer más interesante la trama, no
deja de ser un producto interesante para acercarse a una época turbulenta de la
historia de EEUU. Si en las pasadas temporadas se planteó la situación de los
esclavos liberados, en la quinta entrega se introduce el papel de los
inmigrantes chinos. Otro de los detalles
históricos que se presentan es la importancia de la religión en estos
territorios, sobre todo los mormones y el oportunismo de sus líderes.
El
peso de los medios de comunicación (que da aquí sus primeros pasos), la
violencia constante contra la mujer o la corrupción política y empresarial a todos
los niveles son otros temas que nos ayudan a conocer un poco del
proceso de creación de un país huyendo de maniqueísmos.
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