El trono por la serie del verano está muy reñido este año. A la densidad
conspiratoria-paranoide de Mr. Robot le salió por sorpresa una competidora que
nadie esperaba en la carrera. Un dark horse de manual que se ha ido creciendo
semana a semana hasta convertirse en favorita de la crítica del pueblo llano.
La Academia aún está pendiente de manifestarse.
En su momento os hablamos del piloto y esta semana con su décimo y último
capítulo de la primera temporada UnReal ponía el broche final a una tanda de
episodios a la que podemos poner pocas pegas, por no decir que ninguna viene a
la mente. Hoy, libre de spoilers para que os animéis a uniros al fenómeno, analizamos
los porqués de que UnReal nos haya revolucionado a todos.
En la sencillez reside la fuerza
En la era de la pretensión y la necesidad de girar la tuerca hasta que el
tornillo reviente, UnReal da una bofetada tanto al resto de creativos como a la
audiencia. Llevamos años sobrecargando nuestras series con tramas comprimidas a
presión cuando un back to basics es todo lo que hacía falta para crear un producto capaz de dar la campanada en temporada estival.
UnReal desde el primer momento te dice lo que hay, sin pretensiones de más.
Vais a ver la construcción de un reality y la de ponzoña que se remueve detrás
para que todo reluzca en pantalla. Está todo claro, no hay lugar a pérdida.
Y lo mejor de todo es que no hace falta ningún otro elemento. Es una fórmula de primero de
guión: que tus personajes tengan su objetivo claro y que alcanzarlo suponga el
conflicto con el resto. Con algo tan sumamente simple han conseguido dar con arcos de una tensión soberbia. No hay largos silencios ni interminables miradas derrochando
significados velados. Hay verosimilitud en cada diálogo cuando más falta nos hacía ver una
narración sincera y sin artificios ni florituras de postura.
El juego de la metatelevisión
Nos encanta lo meta. Televisión sobre cómo hacer televisión es algo que nos
obsesiona. Y más cuando la obsesión —hasta el punto del desquiciamiento total
de la gran Shiri Appleby, estrella y protagonista— está tanto dentro como fuera
de las innumerables pantallas que hay en juego cuando vemos UnReal.
Pese a que en principio parezca un experimento de crítica y desmitificación de los programas de telerrealidad, la construcción del dating show
Everlasting acaba contagiando a los personajes de UnReal con los mismos vicios
que en teoría suponemos que venían a denunciar: la constante mentira y
manipulación en este tipo de programas.
La estructura de caja china es un espectáculo en sí misma. Toda la
corrupción invertida en que Everlasting sea el cuento de hadas que América
quiere ver rezuma por los sumideros al nivel superior y hace que los
productores del programa acaben envueltos en un drama similar y paralelo, pero esta vez
sin mediación de guiones.
Y nosotros, los espectadores de la supuesta crítica
al reality, no nos despegamos del show morboso del triángulo sentimental de
Rachel, la productora, con el "tronista" de Everlasting y el operador de cámara
A; mientras que Quinn, la productora ejecutiva, tiene que poner las zancadillas
necesarias y destacar por encima de todo para conseguir su premio particular:
un programa para ella sola. La historia de fuera acaba imitando a la de dentro
mediante la misma turbidez moral y carencia de escrúpulos en cada engaño y torsión de la realidad.
Un ensayo de género
Si hay un mensaje subyacente en todo el entramado de intereses de UnReal, ése es el discurso feminista que recorre toda la serie.
Everlasting, el dating show alrededor del cual se construye, es algo
así como The Bachelor. Más de una decena de mujeres a la caza del soltero de
oro. Al mismo tiempo, quienes controlan los hilos de la producción del programa
son Quinn y su brazo ejecutor, Rachel.
Por encima de Quinn, hay otros ejecutivos de más rango que ella,
casualmente hombres, y uno de ellos la tiene como amante extramatrimonial.
¿Por qué os cuento todo esto? Porque UnReal no para de mostrar mujeres
peleando contra mujeres. Las concursantes del reality van de puñalada en
puñalada y al mismo tiempo Quinn y Rachel se mantienen en un plano de
frenemistad que, cuando el fin justifica los medios, degenera siempre en una inevitable
sacada de ojos. Todo esto mientras el soltero de oro y los ejecutivos se pasan el día descojonados de la risa cuando no están follándose a alguna guerrillera de
plató.
“We are our own worst enemy” podría ser el tagline de la serie a este respecto y una llamada de atención para toda la sociedad.
La representación de la mujer en UnReal es una muestra de su realismo y su crudeza de principio a fin. Desde la
becaria pusilánime hasta las mujeres de armas tomar que tienen que entrar en acción para arreglar
todas las cagadas debidas a la negligencia de los hombres. La lucha de
poder se acaba convirtiendo en una lucha de géneros atacando al machismo rancio
del puro y el whiskazo que aún contamina parte de la
industria.
*
Esto es UnReal. La ficción sobre las realidades ficticias de aquellos que hacen
falsa realidad. O cómo de algo tan sencillo se puede hacer una serie tan
grande.
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