Ha sido una de las dramedias más aplaudidas de los últimos años por su fiel
retrato de los conflictos psicológicos de uno mismo contra su estética. Y este
lunes empezó su reducida recta final. Una temporada especial para ponerle broche a la vida y obras de Rachel Earl, una vez ha conseguido vencer sus complejos físicos y alcanzar la felicidad, o al menos la aparente estabilidad emocional.
El primero de los tres últimos episodios de My Mad Fat Diary presentan a Rae viviendo el sueño noventero: un
novio de póster, unos amigos que la adoran, paz en casa y un trabajo en una
tienda de discos. Su postadolescencia dorada se ve truncada de la noche a la mañana a causa de
un motivo muy sencillo: darse cuenta que ésta es una etapa que tiene que acabar.
La serie vuelve a recurrir a un tema atemporal para tocarnos la fibra
sensible: la incapacidad para pasar página y afrontar los retos del madurar como la tónica de la micro-tercera temporada.
Rae, como de costumbre, lleva el miedo a lo desconocido al extremo, rechazando directamente una plaza en una universidad con mediano caché para quedarse en su pueblo con Finn, que por muy príncipe azul sin caballo que sea el chico y muy único en la historia de la televisión, a efectos prácticos no es más que una zona de confort con abdominales de entre cuyas piernas es normal que una no se quiera marchar.
Rae, como de costumbre, lleva el miedo a lo desconocido al extremo, rechazando directamente una plaza en una universidad con mediano caché para quedarse en su pueblo con Finn, que por muy príncipe azul sin caballo que sea el chico y muy único en la historia de la televisión, a efectos prácticos no es más que una zona de confort con abdominales de entre cuyas piernas es normal que una no se quiera marchar.
Ya nos tiene acostumbrados y no debería ser de otra forma en el final. La toma de decisiones probablemente erróneas y autodestructivas de Rae es lo
que altera el ecosistema de todo el grupo y, en última instancia como vemos al
final del 3x01, degenera en tragedia.
Su entorno más cercano, especialmente Archie y Chloe, siguen con sus caminos
contraponiéndose al estancamiento vital/radical de Rae; unos en busca del amor
o de quitarse el estigma de la castidad y la pureza y otras intentando por
todos los medios salir de un pueblo donde la ambición es vista como una
anomalía genética.
Una temporada despedida sobre las despedidas que podemos leer en clave tanto
dramática como extratextual. El relato de Rachel Earl tenía que acabarse en
algún momento, pese a que la noticia de la cancelación el año pasado nos
pillase por sorpresa a la mayoría y no la queramos decir adiós. El diario se acaba entre el coming of age, lo bonita que era la vida sencilla y el cachondeo carpetero.
Te esperamos en la puerta grande, Raemundo.
espero no exagerar cuando digo que esta es una (sino la mejor) de las mejores series que jamaz se han hecho. Me parece que tiene las dosis perfectas de humor, buenas actuaciones, pretension, etc, pero mas importante, profundidad. Definitivamente no es una serie para adolescentes, aunque todos estos deberian pegarle un visionado. Ademas alta banda musical, se va a la mierda ....
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