Elementary, como ya hemos dicho alguna vez, es uno de los mejores procedimentales en emisión. Sus casos son más originales que los de la media y sus protagonistas son realmente interesantes. Pero a veces, si éstos se estancan en la rutina, a la serie le puede faltar ese plus que nos haga descargarla y verla al día siguiente, en lugar de dejar que se nos acumulen los capítulos para un maratón de domingo.
El segundo tramo de la segunda temporada acabó siendo algo flojo porque la trama horizontal no funcionó bien y, este tercer año, ha vuelto a ocurrir: a los últimos episodios le han faltado gancho, si bien ha sido por motivos diferentes.
Eso sí, la tercera temporada arrancó con uno de los mejores tramos de la serie hasta la fecha. Sherlock y Joan se habían distanciado por culpa de los eventos del final de la segunda temporada, que habían llevado al detective a mudarse a Londres para trabajar en el MI6 y a Joan a investigar por su cuenta en Nueva York. Llevó un tiempo que la dinámica entre ellos volviera a ser la de siempre, y fue muy interesante cómo iban afrontando sus diferencias.
Al mismo tiempo, un tercer elemento se sumaba a la fórmula: Kitty, la nueva protegida (no compañera) que Sherlock había encontrado durante su estancia en tierras británicas. Convertida en aprendiz de ambos a los pocos episodios, sirvió para insuflar aire fresco a la serie, que abordó de forma muy inteligente su condición de víctima de violación. Su despedida estuvo a la altura, pero quizá llegó demasiado pronto (en el episodio 13) y dejó a Elementary ligeramente coja.
Como Timón y Pumba, Sherlock y Joan volvían a ser dos y, aunque siempre es un placer verlos en acción, se echó en falta una segunda trama que vertebrase la recta final. La serie apuntó en varias direcciones, prometiendo el regreso de Moriarty, insinuando que alguien en la comisaría quería echar a Gregson de su puesto y matando al novio de Watson; pero la mayoría de estas tramas no llegaron a más o se resolvieron muy rápido.
Nada anticipaba cuál sería el cliffhanger de la temporada: Holmes ha vuelto a drogarse. Era cuestión de tiempo que ocurriese, y la duda lleva planeando sobre la serie desde el comienzo, pero quizá es demasiado precipitado jugar esta carta en la cuarta temporada si Elementary quiere tener un largo recorrido. Ninguna trama de la serie podrá igualar en potencia dramática a esta, aunque gracias al giro los próximos episodios pintan muy bien.
Dentro de la monotonía, ha habido detalles reseñables en casi cada episodio. Joan se ha consolidado como una igual, ha aprendido que no es una persona normal y que eso no tiene por qué ser malo. Sherlock, por su lado, ha empezado a reconocer a Alfredo y Joan como amigos y personas verdaderamente importantes en su vida. Y, mientras que Gregson y Bell no han tenido mucho tiempo para brillar, quien sí ha ganado peso es Clyde, la tortuga que odia a Taylor Swift y que este año ha tenido que pasar por la separación de sus 'padres'.
Hasta con un tono más apacible, los 40 minutos de Elementary siguen siendo de los más agradables y divertidos de la semana. ¿Qué esperáis vosotros de la cuarta temporada? ¿Tenéis ganas de conocer al padre de Sherlock?
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