Crítica de Mad Men 7x13: The Milk and Honey Route
Betty Francis, antes Draper. La escultural princesa de los suburbios. Fría, distante, estoica. Uno de los personajes más odiados de Mad Men, que como todas las mujeres de la serie se escapa del saco al que la ficción por regla general suele incluirlas, y por ello despreciada por muchos que incluso desearon su muerte a lo largo de la serie.
Hoy un día de suerte para muchos de ellos, porque Betty está enferma. Se va a morir. Quizás, quién sabe, no la volvamos a ver. Quizás la despedida que firma en la carta que le escribe a su hija sea también la que sirva de adiós para el resto de nosotros.
A dos episodios del final de la serie, podría ser previsible encontrarse con una situación como esta, en la que una serie lanza un órdago final con el que ordenar emocionalmente las intenciones de sus personajes antes de decir adiós. Hubiera sido predecible, en cualquier caso, que nuestro Don se hubiera enterado de la enfermedad de su ex mujer y hubiera abandonado su viaje en busca de lo desconocido para estar con ella en sus últimos momentos. Puede que, incluso, Betty hubiera decidido dedicar sus últimos meses de vida a luchar contra la enfermedad, reactivando nuestras glándulas lagrimales mientras seguíamos la batalla de esta señora contra la muerte.
Pero no ha sido así. Betty ha seguido siendo Betty y solo se ha permitido un débil momento de debilidad, que vemos en la imagen que encabeza este texto, cuando nadie la estaba mirando. Decide no luchar, porque es un proceso insalvable: tal vez no quiera pasar sus últimos días peleando por una vida que no pueda disfrutar o lucir. Ante la muerte, Betty es práctica. No muestra emoción alguna... pero seguramente lo siente todo.
Henry y Sally son los que se llevan el mayor golpe emocional —la escena en la que Sally se tapa los oídos (!)— y son hasta ahora las principales víctimas de la triste noticia. Para ellos, la vida sigue. Para Betty, no. Por eso, y siendo como es, la carta con la que se despide de su hija es más una orden que un gesto de cariño, aunque la termine con un te quiero muy impersonal. No obstante, nunca había sido tan sincera con ella; nunca había expresado tanto orgullo: "sé que tu vida será una aventura".
Conociendo como conocemos a Weiner, probablemente Betty no estará en el episodio final —es decir, no veríamos sus últimos momentos con Don y quizás la muerte de ella sea más una enseñanza que otra piedra sobre su sentimiento de culpabilidad—, del mismo modo que dudo que veamos mucho más de Pete.
Para él, el ciclo ya se ha cerrado: desde que le conocemos, ha sido un furioso y ambicioso animal que por cada paso que daba, desandaba dos. Rompió con todo y todos, especialmente con su Trudy. Todo por conseguir ser el más poderoso de los poderosos, por hacerse un hueco en el mundo en el que había decidido gobernar.
Ya lo había conseguido: era uno más en McCann y jamás se plantearía abandonar el barco. No obstante, como su propio padre "siempre busca algo mejor", y después de que Duck le engañe más de una vez para tener una entrevista de trabajo sorpresa, nuestro Pete se da cuenta de que hay algo más en la vida que su trabajo y su ambición. Que tiene una hija estupenda y a una ex mujer a la que todavía ama —en sus últimos episodios juntos, los rencores entre ambos han sido más por costumbre que por necesidad—.
Hacía falta una buena noticia, por lo menos.
Mientras tanto, Don sigue perdido, literalmente. Descubriéndose a sí mismo, escondiéndose, o simplemente dando tantos tumbos como su propia vida. Ha abandonado su trabajo —no sabemos si de manera formal, pero en McCann ya no cuentan con él— y se ha quedado atrapado en un pequeño pueblo que no tiene que ofrecerle nada más que disgustos.
Su papel en The Milk and Honey Route ha sido un tanto torpe, confuso. Su reunión con los veteranos de guerra afortunadamente no fue por el camino que podríamos haber esperado —quién no se ha imaginado a Don, borracho, contando su secreto a un montón de desconocidos—, pero esa omisión al mismo tiempo nos señala que quizás ese gran misterio de Don no es tan relevante como podamos pensar. Es, simplemente, un secreto más.
El momento de la agresión a nuestro protagonista, acusado de haber robado el bote de una gala benéfica, solo tiene como finalidad conectar emocionalmente a Don con el joven trabajador del hostal en el que se está hospedando. Un joven sin futuro que solo quería una oportunidad, al igual que la buscaba Don cuando tenía su edad.
Sentado en un banco en una carretera perdida, Don sonríe y se plantea las cosas de una nueva manera. Lo ha dejado todo atrás: su trabajo y su familia. Por el camino, ha abandonado la idea de que una mujer le podría ofrecer la solución a sus problemas. Ahora, su destino es incierto, su siguiente paso un misterio... y su futuro nuestra mayor incógnita.
Queda solo un episodio para que acabe la serie. Id comprando pañuelos.
Se me ha caído el alma a los pies con lo de Betty, cuando Henry ha cogido el paquete de tabaco y lo ha tirado hacia atrás me lo he olido, pero no pensé que fuera eso, la verdad. La gente la odia pero a mí me encanta. Ojalá si la vemos en la final siga tan digna como ella es, y no marchitándose. Go Betty!
ResponderEliminarLos veteranos se me han hecho cansinos hasta decir basta. Sentía en los carnes la incomodidad de Don