En la temporada de los saltos temporales, ¿cómo iban a resistirse y no forrar
de flashbacks con transiciones nostalgiconas el retorno de un personaje que lleva
seis semanas en busca y captura? Queremos mucho a los guionistas, pero son de
un predecible que no se puede aguantar.
Derek Shepherd ha vuelto a
casa y a casa estrictamente. No ha pisado el hospital, lo cual nos lleva a pensar que va a ir lidiando
poquito a poco con la reinserción en el catastrófico universo de Seattle.
Meredith está muy quemada, le deja a los niños y se va tranquilamente a
trabajar y a arruinar su racha
fantástica de pacientes salvados, todo muy casual. Lo gracioso es que todas
las escenas de Derek menos un par han sido en el pasado, que resulta ser de color azul cual Avatar restregado contra la lente de la cámara. Stop helicópteros. Stop filtros. Luces on, por favor. Hasta aquí las peticiones de la semana.
Le hemos puesto cara a la misteriosa mujer del teléfono. Más que alta y guapa
y espectacular como se la imaginaban, yo diría que es excesivamente parecida a
Derek. Un poquito Lannister todo, incluso. ¿Veremos
más de esta señorita a la que los anillos le importan menos que el menaje de la
oficina? Quién sabe. Porque aquí la gente es muy de plantarse en hospitales
ajenos para montar follón.
Derek Shepherd es un hombre fiel
contra todo pronóstico. Nadie apostaba un duro por su vergüenza, pero le
echó arrestos y le hizo la cobra a la chiquita de los ojitos tiernos. Más que
cobra eso fue una espantada cual Usain Bolt dejándose atrás la vida entera,
pero bueno, lo importante es la intención.
Merder a un lado, Owen se enfrenta a
problemas familiares, porque a los
40 y muchos también puedes tener mamitis y pillarte un berrinche porque a
tu señora madre le da por echarse un novio yogurín. Los guionistas se quedarían
con ganas de una trama cougar tras el Alex y Addison interruptus, y como todo
lo que pasa en Shondaland acabó degenerando en los bienes y bondades de ser una
jubilada con un amante al que más que doblas la edad. “Sería mucho más fácil si
fuésemos de la misma edad, pero está mucho mejor que no”. Nuevos targets de
audiencia satisfechos.
Y en el departamento de los casos que te sacan una carcajada (porque Grey como comedia hubiera sido un
pelotazo también) tenemos a Jo y la señora de la sanguijuela. Entre la paciente
que era un circo y Jo a grito pelado
cuando el bichín salió a hacer cucú hay que admitir que como trama médica
no ha tenido desperdicio y que seguimos comprando estos momentos de quitarle
hierro a todos los demás asuntos.
Terminamos el repaso haciendo mención a Alex, quien parece ser que ya le va cogiendo el tranquillo al arte del mypersonship. La escena del abrazo
forzado y cómo al final ambos dos son lo único que tienen mutuamente es tan
clásico de la serie que no podemos contener el suspirito y temer por cuánto
puede durarnos. Vivan los BrOTP.
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