Nadie puede negar que The Good Wife no le tiene miedo a nada. Especialmente, no le teme al riesgo. De ahí que hacia la mitad de esta temporada en la que están pasando demasiadas cosas —no todas afortunadas— nos ofrezca un episodio que sirve para hacer memoria y para asentar las bases de aquello que esté por venir... sea lo que sea.
Un episodio que prácticamente solo tiene lugar en la imaginación de Alicia Florrick, quien tiene laringitis y tiene que reservar su voz para su entrevista con un medio conservador; una prueba que tendrá que pasar después de su oponente Frank Prady y que pondrá en duda sus principios morales, más que turbios en estos momentos, cuando salta a los titulares la noticia de que su campaña está siendo financiada por Lemond Bishop.
Al otro lado de su cabeza, un nuevo conflicto asalta a la abogada cuando su eterna némesis Louis Canning llama para decir que o accede a llegar a un acuerdo millonario o llevará al bufete de Alicia a los tribunales en un momento en el que a nuestra Alicia no le conviene tener una mala imagen. Las razones, si nos acordamos, son los trapicheos que acabaron con el bufete de Canning y David Lee cuando Diane se pasó al bando de los buenos y utilizaron a Howard Lyman como caballo de Troya.
Ambos conflictos son suficientes como para encender la maquinaria ética de Alicia en un episodio en el que finalmente se demuestran los verdaderos sentimientos de la abogada. Alicia sabe que se tiene que manchar las manos para conseguir sus objetivos —al fin y al cabo no le pidió a Bishop que no financiara a su PAC— pero también sabe que se las tiene que lavar lo antes posible y aparecer impoluta ante los medios. De ahí que todo el episodio lo pase luchando contra sí misma, pensando en decir la verdad si le preguntan por Bishop en la entrevista, o en la forma de enmascarar esa realidad de alguna forma. Al final no sabemos si le hicieron la temida pregunta, pero queda claro que Alicia omitiría la verdad. No es ninguna santa.
Por otro lado, el conflicto de Canning ha servido para darle un empujón —tal vez demasiado forzado— al personaje, ponerle al borde de la muerte, y a Alicia Florrick prácticamente acompañándole hacia la tumba. Al igual que ocurría con Sweeney, Canning es otro de los personajes de la serie que ha estado presente en los momentos de mayor debilidad moral de la abogada, y su participación en este episodio no es casual. También ha servido para que Alicia y Kalinda intercambien alguna que otra palabra por teléfono —¡milagro!— y para que Diane y Cary aparezcan un minuto en total en pantalla.
No obstante, lo interesante del episodio no ha sido únicamente la diatriba moral de nuestra protagonista, sino el poder observar el funcionamiento de su mente. Cómo ante estas dudas su cabeza acude a sus principales apoyos: sus consejeros, sus hijos y su espiritualidad, aunque carezca de ella; en un episodio que trata sobre los principios morales y las frustraciones de Alicia Florrick, la religión tiene que hacer acto de presencia. Razón, moral, religión, familia, verdad...
...y sexo. Una vía de escape para nuestra protagonista, quien reconoce una voz similar a la de Will en un anuncio de Internet, suficiente como para despertar una pasión escondida y para que la serie nos la juegue con unos juegos de luces y de sombras bastante bochornoso. También, para que Alicia se reconozca por fin que se quiere acostar con Johnny Elfman, que también fantasea con Finn Polmar, y que echa de menos a Will Gardner.
En definitiva, como es habitual en Alicia, sus preocupaciones profesionales y sus temas más personales siempre van de la mano. Está cansada de ser la buena esposa y de ofrecer esa imagen: si quiere decir la verdad sobre Bishop o acostarse con Elfman, ¿por qué no iba a poder decirlo?
¿Conseguirá Alicia Florrick poder ser ella misma?
Este capítulo me ha gustado, de lejos, mucho más que el anterior. Verdaderamente no pasa nada, pero creo que sienta las bases de lo que está por venir. Muestra el resentimiento de Alicia hacia Kalinda, cosa que, por otra parte, se intuía; Alicia da carpetazo a su historia con Will, lo echa de menos, pero asume que no va a volver y decide enterrarlo, lo cual abre la puerta a un posible romance (yo diría con Elfman, me parece que hay más química); y tiene pinta de que va a sacudirse de encima el sambenito de "santa Alicia". Llevo diciéndolo desde hace ya bastante tiempo: la Florrick nos va a hacer un Heisenberg. Le falta reconocerlo pero todo esto lo hace por ella. Creo que nos dieron la pista en aquel capítulo en el que Elfman se reunía con posibles votantes, y una chica joven decía algo así como que Alicia le transmitía egoísmo, que todo iba sobre sus problemas, sus logros. No sé, yo veo más que posible el fin del matrimonio Florrick (lo deseo con todas mis fuerzas).
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