Qué bien y qué bonito todo cuando los
episodios se reparten en condiciones, con un cachito para todos, aunque sea
con tramas de “¿a quién salvamos esta semana?” de por medio. Empezamos:
Meredith Grey sigue penando por lo sola que está y recurre a su myperson. Su myperson está demasiado ocupada echando
un quiqui con su novia y se niega a pausar dicho quiqui. Meredith Grey
rabia y se va a la caza de una nueva amiguísima. ¿Quién resulta ser esta nueva
candidata a myperson? ¡Esa hermana largo tiempo perdida que hace un par de
semanas quería degollar con un bisturí del 10! Y pensábamos que no se iban a
atrever los guionistas a colocarla como nueva Cristina.
Ya que mencionamos a la gran Cristina Yang, enlazamos con Owen, que parecía
que iba a tener ya una trama para él pero su nueva BFF (o bro de cervezotas y
ligoteo, como queráis verlo) se la ha levantado sin querer. Hunt de vuelta a la sala de calderas a
tener un par de flashbacks de Cristina y hasta aquí su aportación de la
semana.
Siguiente punto del día: Callie
Torres, huyendo del mercado. Mientras su esposa o ex esposa está 200%
volcada en salvar a la soldado Herman, ella se acerca más a la otra alma en
pena del hospital. ¿Y qué sucede cuando una señora muy mona y muy lesbiana le
entra en un bar? Que a la Torres le toca volverse corriendo al hospital a
ponerse suero en vena porque se le han descompuesto los intestinos. Habrá que
poner tiempo y episodios vacíos de por medio para sanar esa herida.
April y Jackson siguen su calvario. Esta semana con la incorporación
especial de la madre de April, poniendo
a toda la comunidad médica y racional de los nervios con sus cantinelas
religiosas. Sólo le ha faltado quitar los diplomas de su hija de la pared y
sustituirlos por estampitas de la Virgen de Regla. Y claro, entre la madre
monja y el marido cirujano, April en medio que no sabe si le tira más todo lo
que le metieron en la cabeza desde pequeña o la ciencia que practica para
ganarse la vida. Y el niño y el grado de dificultad de su malformación de
cliffhanger. Vaya papeleta.
Y terminamos el repaso con Amelia Shepherd, que con el asiento de su
hermano aún caliente, se autoproclama
diva de la neurocirugía y se viene arriba con una idea para atacar al
supertumor monstruoso mariposa de Geena Davis por cinco lados diferentes. Ni
nosotros, ni sus internos ni Webber siquiera tenemos el plan claro y ni si
quedará algo de cabeza después, pero allá ella. Mientras tanto seguiremos a la
espera de ver si sobrevive la buena mujer o si sucederá algo como lo de los marcianos
de Mars Attack.
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