Hace unas semanas os contábamos nuestra opinión sobre el estreno de Galavant,
la arriesgada apuesta de la ABC que mezcla canciones Disney, humor irreverente
y escenarios medievales. Ahora que ya ha terminado la temporada podemos afirmar que a pesar de nuestras dudas iniciales, es una serie perfecta para pasar un buen rato y enamorarse de unos
personajes malvados totalmente entrañables.
Aunque
en algunos de los capítulos intermedios (como la visita al pueblo natal de Sid)
las tramas perdieron un poco de fuerza, se fueron recuperando hasta dejarnos
una season finale con varias resoluciones inesperadas. Ni Galavant se
queda con la chica —técnicamente hablando, porque la pobre Princesa Isabella
acaba encerrada en el castillo de su prometido—, ni los malos reciben su
merecido al final, ni los héroes rescatan a todo el mundo para restablecer el
status quo.
Este
es uno de los grandes puntos a favor de la serie: consigue sorprender al
espectador cambiando los tópicos de los cuentos de hadas, no sólo en la presentación de sus protagonistas sino también en el final. La música ha
mantenido el gran nivel de los primeros episodios (la canción Goodnight My Friend
habría triunfado a lo Frozen de haber salido en una película de
animación) mientras que el humor, un poco predecible al principio, también ha ido mejorando con el paso de los
capítulos.
Los
malos del cuento se llevan las mejores líneas y su mala leche e ingenuidad a
partes iguales los convierten en la principal razón para seguir enganchado hasta la última escena. Desde Madalena y su transformación de inocente aldeana a Maléfica (el
traje del último episodio demuestra el buen hacer de los responsables de
vestuario, jugando con las referencias de la audiencia) hasta el adorable y
engreído rey Richard. Ya comentamos el gran trabajo de Timothy Omundson en este
papel pero nunca viene mal repetirlo: es el que mejor ha sabido captar el
espíritu de los Monty Python.
Los
actores invitados han resultado una buena estrategia ya que todos ellos han
sabido entrar en el juego de “comedy extravaganza” que querían lograr sus
creadores. Habría que destacar a los enviados desde Downton Abbey, Hugh
Bonneville y Sophie McShera, confirmando que los británicos tienen una
capacidad inaudita para cantar bien y reírse de sí mismos al mismo tiempo.
Galavant
se convierte así en un producto fresco (en contraste con otras series del
canal, como Once Upon a Time, ya demasiado gastadas) con un formato
perfecto al que se le debería dar una segunda temporada para poder seguir las
locuras de sus protagonistas y comprobar hasta dónde pueden desafiar los
tópicos.
Es una serie que me encanto desde el primer momento, lamentablemente se me hizo muy corta. Espero que se le de una segunda temporada, ya que historia tiene.
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