Como ya vaticinábamos la semana pasada: cambio de ciclo para Jenna y compañía. ¿Y qué mejor forma de celebrarlo? Pues una fiesta de nochevieja patrocinada nada más y nada menos que por la Tita Ally. Hold on to your bras, bitches! Esto se podría considerar más una season premiere que lo del otro día. Nuevos personajes, “nuevos dramas”… Empecemos.
Y empiezo con una confesión: Jenna Hamilton me ha enternecido el corazón.
Esta Jenna más woman in love que Barbra Streisand en su enésimo disco de
grandes éxitos, persiguiendo a Matty disimuladamente para arañar la posibilidad
de un beso cuando suenen las campanadas y salir de esa friend-zone que la quema y
la consume. Ésta es la Jenna que me gusta. Una Jenna con la que te puedes identificar. ¿Quién no entiende su incapacidad patológica para pasar página y luego el acabar liándose por error/despecho con un
yogurín más tierno que un bollycao recién horneado? Tela.
Jenna se marcará un Streisand, pero no un Billy Joel porque al hombre del
piano le ha pedido que le toque otras cosas que no son una canción. Pero sólo
segunda base. Es una señorita de principios más férreos que los planes para la
noche. ¿Quién es Owen, además de un sophomore que aún no ha superado la fase
emo del todo? Tendremos toda la temporada para que se explaye como recurrente titular. Por cierto, ¿qué vértice ocupa en el
polígono amoroso de Hamiltrash? Eso también quiero saberlo.
Tamara se vuelve a ir de caza. Y nos encanta también. Es ciertamente curioso
que en esa patética cita doble del principio del episodio Matty y Jenna pactan
el reverse wingman pero Tamara y Jake no. ¿Confirmamos la muerte definitiva del
Jakara? Parece ser.
Pero a pareja muerta, pareja puesta. Sadie y Sergio siguen por el buen
camino. Ataques gratuitos recíprocos equilibrados con defensa acérrima en caso de racismo de la Tita Ally o apertura de historial de abandonos familiares. ¿Quién no querría una relación así? Sergio sabe llevar a
Sadie y si consigue equiparar su tasa de veneno en sangre por centímetro cúbico,
igual nos olvidamos un poquito de Austin (al que a partir de ya tenéis en Happyland, serie propia para lucir
tableta).
Y para terminar el repaso: ¿este ascenso en minutos de Lissa? ¿De dónde
sale el darle una trama “seria”? Entre el romance con el hermano, la
homosexualidad del padre y los abdominales de Jesús, la rubia se ha llevado medio
episodio a la chita callando. Sosilla, pero se lo ha llevado. Mal, Lissa. Mal. Te has ganado otro esguince cervical.
Finiquito en general con las pegas: ¿dónde se han dejado la gracia? ¿Se la llevó Eva/Amber (referida como Evamber a partir de ahora) de vuelta a su mazmorra del averno? ¿Está en ese
lugar desconocido junto a Val y el padre de Jenna? ¿O quizás en una vida mejor
como Ming? Esto de hoy no ha sido mi Awkward de cuatro carcajadas garantizadas por episodio. Me voy triste.
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