WGN America es de las últimas cadenas que se han unido a la fiebre de la
producción propia de series. Lo hizo esta primavera con Salem, un drama que
se vendía como el retrato de las míticas cazas de cuando las brujas eran serias
y que resultó ser un folletín absurdo de una bruja despechada que empieza a
cargarse gente y levantando más escándalos que callando persecuciones. En
resumidas cuentas: ni mucho ruido y de nueces ya ni hablamos.
Como Salem me decepcionó tanto, Manhattan la he cogido con muchísimo
cuidado. Y aunque sólo en base a un piloto puede ser pronto para emitir
veredicto, me voy a atrever a decir que WGN ha acertado tanto en tema, en tono
y en guión.
Con Manhattan vuelven a apostar por el drama histórico, esta vez con
seriedad. La premisa no es otra que el proyecto homónimo que Estados Unidos
emprendió durante la Segunda Guerra Mundial para desarrollar una bomba atómica.
El piloto nos presenta una serie bastante dual. Por un lado tenemos la el
conflicto moral y las dificultades de experimentar con un “dispositivo”, como
ellos lo llaman, que puede destruir ciudades enteras, y por otro tenemos la
dimensión familiar y social de la vida en el pueblo/campamento/comuna militar apartada
del resto del mundo en el que conviven los científicos, sus familias y medio
ejército americano controlando que no se filtre nada.
Ambas vertientes me han resultado igual de sólidas. Los altos mandos están
dispuestos a todo (“we sacrifice the few to save the many”) para alcanzar una
supuesta paz. La filosofía de crear un arma que acabe con la guerra presente y
todas las demás y unificar el mundo bajo una calma patrocinada por el Tío Sam
está tan bien representada en la serie que da hasta miedo.
Pero todo esto pasa de laboratorios para dentro y en teoría nadie lo sabe.
El escenario que rodea los ensayos atómicos está igual de logrado. El
campamento está totalmente cercado y se encuentra en mitad del desierto de Nuevo
México. No he podido evitar acordarme de Carnivale y su deambular por los
áridos rincones de la América del Dust Bowl. Es una escena totalmente aislada
de la civilización. En base a esto y viendo el ritmo que han mantenido,
apostaría más por el retrato del orden social que por los giros de guión y la
intensidad de los hechos. Tengamos también en cuenta que los eventos tienen lugar en la aún conservadora y patriarcal América de los años 40.
El piloto se articula en torno a dos científicos y sus respectivas mujeres,
y entre los cuatro regirán el paso entre una temática y la otra. Por una parte tenemos
a los Isaacs, jóvenes y recién llegados al Proyecto y cuyo periodo de adaptación
se plantea turbulento, y luego los Winter (interpretados por las principales caras conocidas:
John Benjamin Hickey y Olivia Williams), un matrimonio consolidado y con una
hija ya rebelándose contra lo que llama “este campo de concentración” al que la
participación del marido en el desarrollo de la bomba va a pasar factura.
Doce episodios tenemos por delante e iremos viendo si se mantienen a la
altura del piloto o si al final los buenos propósitos y propuestas se acaban
perdiendo por la ejecución.
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