La quinta temporada de Glee fue
concebida bajo unos planes de estabilidad: los graduados que teníamos en la
recámara perdían su estatus de regulares y los cuatro que sí merecía la pena mantener
en plantilla se quedaban: Finn en Lima y el trío calavera de Rachel, Kurt y
Santana en su apartamento neoyorkino. Si a esto sumamos que hay una nueva
remesa de niños cantores a punto de graduarse con muchas papeletas de seguir la
estela de sus antecesores hacia la ciudad que nunca duerme, todo era sostenible. Al menos durante
22 episodios más y en la teoría, pero se ve que tanto FOX como los showrunners estaban de acuerdo en poder
alargar el videoclip por tanto una quinta como una sexta temporada.
Todo era optimismo entre la FOX y las salas de los guionistas. Hasta el 13
de julio de ese mismo año. Esa mañana salta la noticia: Cory Monteith (Finn,
pilar central de la serie) fallece. Y todos los planes se vienen abajo. Ahora,
esto es lo que vimos en la práctica:
Una temporada muy
fragmentada. Tras cuatro
temporadas estábamos más que acostumbrados a sus episodios terribles (un saludo
a Ricky Martin, pero con mucha distancia, gracias) y a sus pequeñas joyas
(nunca me cansaré de ver The Break Up,
el episodio en el que nos hicimos mayores). Pero cuando por causas tan trágicas
como las del fallecimiento de uno de los actores clave, los guionistas se quedan
a oscuras y sin apenas tiempo para improvisar. ¿Qué sucede? Se toman malas
decisiones.
Ryan Murphy decreta “un par de
episodios tranquilitos”. Un duelo entre Katy Perrys y Lady Gagas, un ensayo
sobre los bienes y bondades del twerking, una aberración alucinógena estilo Teleñecos
y un especial de Navidad en una realidad alternativa. Tan mal como suena, tan
malo que fue.
Tras el parón navideño, especialmente largo (con su consiguiente detrimento
en audiencias), parece que volvemos a encaminarnos. Las tramas de Nueva York,
tras el descanso dado a Lea Michele, se imponen sobre las del instituto y queda
de manifiesto que está acabado. Seamos realistas: la presencia el instituto tenía una utilidad por y para Finn. Rachel en la Gran Manzana, Finn
en Lima hasta su apoteósico reencuentro al final de la serie con ella
diciéndole “I’m home” tras años cosechando premios Tony. Otro de los planes que
ahí se quedaron, en la cabeza de Ryan Murphy y mis más bonitos sueños.
El glorioso y por una vez no decepcionante episodio 100 marcaría la transición
definitiva a New York City. Y aquí es cuando aparece la señal de precaución
por peligro de sucesión de curvas peligrosas. Desaparece Santana, reaparece
Mercedes (un cambio que no creo que nadie sepa explicar aún). Vuelven las
tramas moralistas, se va la coherencia de Rachel y abandona el papel de su vida
con el que lleva 5 años soñando. Santana se marca su enésimo comeback melena al viento, Blaine se
mete en la crisis sentimental más absurda del universo y Chris Colfer (Kurt) se
escribe a sí mismo un episodio sobre ancianos y perros abandonados para
lucirse. Metáfora/canción protesta sobre su talento desaprovechado, parece ser.
Y así es, señores, que lo que estaba llamado a ser la redención de la serie
acabó ganándose un recorte total de 11
episodios, dos sobre la quinta, nueve sobre la sexta y última, más un billete
de ida sin vuelta a la midseason de
2015.
La niña bonita de la FOX cierra temporada anticipadamente y con unas
audiencias irrisorias y mínimo histórico.
Glee empezaba el año con una tragedia que se
sumaba a las ya dificultades de la post-graduación. Hasta ese punto puede
justificarse la caída libre del principio de la temporada. Todo el destrozo
posterior, especialmente el final, no tiene explicación ni perdón de dios. Y lo
peor es que ni remedio.
Deberian centrarse en los entresijos de NY y no en tramas infantiloides.
ResponderEliminarA mí en cambio, me gustaba Glee por las tramas del club y lo perdedores que eran. NY no tenía sentido alguno y esos últimos episodios fueron los peores, justamente por el NY-centric shift.
ResponderEliminarSiento discrepar compañero, pero no estoy de acuerdo en varias cosas. Para empezar, el episodio de Ricky Martin fue horrible?? yo no lo veo así, que a parte de dar una gran versión de La Isla Bonita (que sigo escuchando), puso las cartas sobre la mesa sobre un asunto que nos llevábamos preguntando desde el principio...un profesor de español que no solo no habla español, sino que mezcla culturas mejicanas y españolas. Por supuesto, Santana tenía razón, buscate otro puesto/trabajo porque para ese no vales. Para episodios malos el de las marionetas (ahí te doy toda la razón), el del sandwich o el de los superhéroes, que esos la verdad, dan vergüenza ajena. Luego...en serio piensas que Finn era el pilar central de la serie?? yo no estoy de acuerdo, ese puesto (por muy aborrecible que me parezca) es de Rachel, y
ResponderEliminarla prueba es que la trama sigue sin él perfectamente. Por lo demás te doy estoy de acuerdo, pero tenía que dar mi opinión, aún así muy buen artículo.