Catherine Black es una afamada neurocientífica —brillante en su campo y algo así como la Dra. House del cerebro— pero con trastorno bipolar. Ella tiene tendencia a no tomar sus medicamentos, porque disfruta de los estados de manía que describe como una adictiva droga que le hace ser más brillante que el resto. A través de una estructura procedimental que presenta diferentes casos médicos referentes al área neurológica, Black Box narra la compleja vida de una mujer que es doctora, paciente y que teme ser una persona del montón.
Para Amy Holden Jones, creadora de la serie, la bipolaridad es un tema cercano. Su padre era médico y sufrió de esta enfermedad. Ella creció observando cómo su progenitor vivía momentos de brillantez cuando dejaba de tomar litio y cómo fue capaz de practicar la medicina antes de que su enfermedad se hiciera pública. Esta experiencia personal es la que ella replica en Black Box.
La serie parte de una premisa interesante, pero polémica: ¿Deben ser medicados aquellos que por naturaleza son brillantes para convertirlos en personas ordinarias, pero funcionales bajo una estructura social?
La bipolaridad de Catherine Black es retratada como una habilidad que la hace ser buena en su trabajo y lo preocupante es que esta es una caracterización cada vez más recurrente en las series de televisión. Los guionistas, en su afán por otorgarles un marco complejo a sus personajes, recurren a las enfermedades mentales sin mayor responsabilidad. Así, un personaje es cómico porque padece asperger (The Big Bang Theory, Bones) o es una caricatura llena de estereotipos como Carrie Mathison en Homeland.
Catherine Black regularmente visita a su psiquiatra, quien ofrece a la audiencia un argumento que compensa la balanza respecto al tema de la heroización de los protagonistas bipolares y dice: “¿Quieres ser excepcional y morir?”, haciendo hincapié en que la bipolaridad no es un regalo o una habilidad, es una enfermedad real y que sin un tratamiento adecuado podría llevar al suicidio o la muerte involuntaria.
Black Box es una serie pretenciosa que no alcanza a cumplir sus expectativas con éxito. Se esmera tratando de llevar la manía de Catherine al audiovisual y falla en su intento. El resultado es ver a la protagonista bailar por las calles mientras alucina con la música Jazz o volando por las noches de San Francisco a través de un cuadro de Van Gogh. Así, la concentración de la locura de la doctora Black en 40 minutos de episodio puede resultar una experiencia grotesca.
El fracaso de dibujar un mundo de locura, llena la pantalla de diálogos sobre explicativos de algo que no logra recrear en el guión. Es entendible la aprensión de la creadora de la serie por tratar de educar a los televidentes respecto a una enfermedad que la toca en lo personal. Y hay cosas interesantes que plantea que probablemente sólo entienden a cabalidad quienes padecen bipolaridad. ¿Pero es eso lo que el grueso de los telespectadores busca cuando encienden la TV un jueves por la noche?
Hasta ahora la respuesta es “No” y los datos de audiencia son decidores. Pese a que su estreno acaparó 6,8 millones de telespectadores y 1,5 en demográficos (que heredo del final de temporada de Scandal), semana a semana ha ido perdiendo televidentes. El futuro de la series es tan negro como su nombre, pues con sus cifras actuales se presupone una cancelación al término de sus 13 episodios. Es lamentable que una buena premisa, termine fallando por problemas en el resto del guión. Quizás la creadora debería escribir un ensayo para una revista médica y no una serie.
Menuda pena porque tenía buena pinta
ResponderEliminarNi siquiera me había asomado a esta serie pero la verdad es que cuando he empezado a leer me estaba interesando muchísimo hasta que he llegado a la parte en la que la destrozas. Qué lástima porque como dicen por aquí, tenía buena pinta y un punto de partida llamativo.
ResponderEliminarAprovecho para informarte de que voy a incluir este artículo en el "Estrellas Invitadas" de ¡Vaya Tele! que saldrá publicado hoy.
¡Un saludo!
A mi me parecio espectacular. Pero muestra solamente su manía y no los episodios depresivos.
ResponderEliminarDeberían mostrar también el otro lado de la bipolaridad. Y no solo la manía.