Decir adiós la misma semana que lo hace How I Met Your Mother es complicado. Hacerlo un viernes, más todavía. De capa caída, los Chance se despedían con sus dos últimos episodios este viernes con unas tasas de audiencias tan pésimas (si bien, mejorando ligeramente los datos anteriores) que su cancelación cobraba todo el sentido. No obstante, una serie que siempre ha estado preparada para el hacha de la cancelación como lo ha sido Raising Hope sabe cómo despedirse con el orgullo bien alto. Y así ha sido.
Tampoco ha tenido que comerse mucho la cabeza. Al fin y al cabo, no ha sido una serie de grandes misterios. Su tónica narrativa, a pesar de los experimentos que haya realizado o no durante su transcurso, siempre ha sido la misma: Jimmy descubre un hecho fatal de su infancia, trata de evitar que su Hope viva lo mismo, y al final todos los personajes abrazan el hecho de que son como son y que por lo menos se quieren los unos a los otros. Poco han cambiado los Chance desde sus inicios hasta ahora: son una familia más bien pobre, sin grandes logros ni como familia ni como individuos, pero son muy felices. Y entre todas las enseñanzas que nos ha querido ofrecer (en ocasiones competían hasta con la moralina de Modern Family), me quedo con esa.
Ha sido una serie divertida, si conseguías captar su humor, más bien simple pero repleto de matices. La piedra angular de la serie, que al final poco o nada tuvo que ver con Jimmy ni con su hija Hope, ha sido la del matrimonio Chance, formado por Virginia y Burt, que se despiden como uno de los dúos cómicos más memorables e ignorados de los últimos tiempos. De clase baja, con pocas posibilidades de llegar más lejos en la vida, pero con una historia repleta de aventuras; su sincronización, su química y su humor han sido la base de esta serie, y solo por eso merece la pena echarle un vistazo. Jimmy y Sabrina, lamentablemente, al final se convirtieron en el contrapunto no tan cómico pero sí más realista (que no por ello menos util) y, Maw Maw, cómo no, ha simbolizado un alivio mucho más cómico a lo que ya estaba presente en el escenario. Los Chance no han revolucionado nada y ni siquiera serán recordados por mucho más tiempo, pero han sido una de las familias televisivas más agradables que se han pasado por la tele americana últimamente.
El último episodio, a sabiendas de lo que ya iba a suceder, también ha tenido su contrapunto sentimental con la boda de ensueño de Virginia y Burt (ésta con el vestido de la Princesa Diana), orquestada por su padre en la ficción, interpretado por Jeffrey Tambor. El nudo en la garganta al ver a Kenny Loggins cantando Danny's Song, la canción con la que esta pareja ya demostró sus habilidades en el episodio piloto, es inevitable.
And even though we ain't got money, I'm so in love with you, honey.
Volver a los inicios y decir adiós prácticamente al mismo tiempo. Brillante.
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