Cuando me disponía a ver The Americans la temporada pasada tenía la cabeza llena de prejuicios. Las comparaciones con Homeland estaban demasiado presentes, incluso ya desde la cabecera. Pero el hecho de que los protagonistas no fueran los americanos y estar ambientada en los 80, me hizo darle la oportunidad. Y realmente la merecía, ya que es mucho más que una serie de espías.
La segunda temporada no me está decepcionando en absoluto. Ha empezado con la misma intensidad con la que acabó la primera. Ahora, a los Jennings le están saliendo problemas en muchos ámbitos. En el familiar, Paige, a la que vimos husmear en el sótano, ha entrado en la adolescencia y se está rebelando contra las normas de su casa. Se ve que la chica tiene gen de espías, pues es difícil calmar su curiosidad.
En su faceta como espías tampoco las cosas le marchan muy bien, pues alguien se está encargando de dar caza a los agentes del Directorio S. Philip y Elizabeth, mientras siguen con sus misiones, también tendrán que averiguar quién está tras ellos. En este sentido vemos un cambio de actitud en ella, se ha dado cuenta de que sus hijos pueden ser daños colaterales y su rol de madre se está explotando ahora con mucho éxito.
Por su parte, el matrimonio ficticio de Philip con Martha puede darle más quebraderos de cabeza del que pensaba en un principio. Se está volviendo más posesiva y bajo su apariencia cándida se puede esconder un problema muy grande. Por lo pronto, es un motivo de celos para Elizabeth, que no le hace ahora ninguna gracia que su marido pase tiempo con ella.
En las altas esferas también se aprecian varios conflictos aún latentes. En el FBI, el agente Gaad ha sido relegado en el cargo y ahora se postula como un compañero fantástico para Stan Beeman. El vecino de los Americans sigue seduciendo a Nina sin percatarse aún de que ejerce como agente doble. La rusa tiene un compañero nuevo en la embajada. Se trata de Oleg Burov, encargado de asuntos tecnológicos que ha sido enchufado por un familiar influyente. He aquí el personaje más interesante en lo que a incorporaciones sé refiere. Todavía no ha mostrado sus verdaderas intenciones, pero es capaz de dinamitar toda la trama de la temporada.
Esto es, a grandes rasgos, lo que está dando de sí la segunda temporada de The Americans, que sigue creciendo y, como las grandes, va de menos a más. Yo sigo disfrutando de las pelucas, los disfraces, los engaños y demás juegos de espías que esta gran serie nos ofrece y auguro que nos espera un final de temporada que nos dejará en shock.
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