Sorprendentemente,
Supernatural no nos ha traído esta semana un episodio con trama central; es decir, esta semana ha vuelto a sacar su trama procedimental. El episodio no ha estado mal, ha sido entretenido, pero sin duda lejos de ser uno de sus mejores episodios. Gracias a Dean hemos tenido algún momento cómico, y eso que el tema de la virginidad ha sido un poco cargante. Por otro lado, ha estado bien el ver una vieja cara conocida que ha añadido algo de frescura a la serie, aunque siendo realistas, siempre se va a agradecer ver las caras de viejos personajes que no sean los hermanos, Castiel o Crowley.
Desapariciones

El caso de esta semana empieza cuando
una joven desaparece a la salida del trabajo. Eso sí, no será la primera en desaparecer, y es que antes de ella,
también desaparecieron un pastor y una pareja de prometidos. Lo distinto de esta desaparición, es que
esta vez contamos con un testigo: un indigente al que la joven siempre le daba algo de comer de su trabajo.
Su testimonio es lo que hace que nuestra vieja amiga, la sheriff Jody Mills, se ponga en contacto con Dean y Sam. Resulta que el indigente vio como una persona
levantaba el coche donde la joven se escondió para poder echarle una ráfaga de fuego azul y secuestrarla. Lo primero que los hermanos Winchester pensarán es que se enfrentan a un dragón.
Secuestrados

Hay veces que las víctimas no se conocen entre sí, pero esta no es la ocasión:
todas las víctimas van a la misma iglesia, y no sólo eso, sino que también van al mismo grupo. Resulta que las 4 víctimas son miembros de un grupo de virginidad, aunque no lo sean.
El grupo es para esas personas que no son vírgenes, pero que quieren vivir una vida de castidad hasta el matrimonio. Como es normal en estos casos, Dean y Sam se apuntarán al grupo para investigar, y allí el mayor de los Winchester se fijará en una chica que le resulta algo familiar. Los hermanos no pretenden vivir en castidad, sobretodo Dean y es que
intentará ligarse a la chica para acabar en su cama. Una vez en su casa, ella rompe a llorar por lo preocupada que está por sus amigos desaparecidos, pero la tristeza no durará mucho.
Dean cae en la cuenta de por qué le suena la chica y es que es una actriz porno; bueno lo era. Así es, Dean y la ex estrella porno acaban en la cama. Lo que no esperan es que
después se conviertan en los siguientes secuestrados.
Desesperación
Mientras Dean se liga a la antigua estrella porno, Sam y Jody descubren que las víctimas tienen algo más en común:
los 4 fallaron a sus votos de castidad. Por lo tanto, no se enfrentan a un dragón –que persigue a las vírgenes–, y pronto descubrirán lo que secuestra a las víctimas. Se trata de
Vesta, una diosa romana a la que antiguamente se ofrecían 6 vírgenes al año a cambio de buena cosecha. Recibirán la llamada de Dean dándoles una pista de dónde se encuentran y conseguirán llegar al lugar.
Allí se enfrentarán a Vesta que no es nada más y nada menos que la creadora del grupo de castidad. Resulta que debido a la falta de fe que vivimos hoy en día,
no recibe su ración anual de vírgenes –además que es difícil encontrar vírgenes hoy en día–
por lo tanto tiene que conformarse con falsos vírgenes y por eso hizo el grupo. Jody saldrá mal parada y con Sam, Vesta se portará algo mal ya que
le dirá que su interior está destrozado y que no debería de estar con vida. Evidentemente, acaban con Vesta y Jody y Sam conseguirán salvarse, y los secuestrados –menos el pastor que acaba muerto– serán liberados.
Las palabras de Vesta hacen mella en Sam que piensa que tiene un problema; Dean intentará contarle la verdad pero Ezekiel no le deja prometiéndole que falta poco para su cura.
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