A una semana de la season finale,
Castle vuelve a las andadas con un capítulo totalmente procedimental, que deja
un poco de lado la carga dramática que supuso Still pero que nos va dando
pistas de lo que podría suceder la semana que viene. Las últimas dos finales
las sufrimos entre lágrimas y tensión, así que quizás ya sea hora de bajar un
poco el ritmo dramático y dar rienda suelta a otras posibles tramas, como la que
se nos plantea al final del capítulo.
El episodio comienza con la
explosión de un coche, lo que lleva a Beckett y compañía a la escena del
crimen. Pero la zona ya está abarrotada por agentes del FBI, quienes se hacen
cargo de todos los restos, dejando de lado a nuestro equipo favorito. Como si
esto fuera a amedrentar a Beckett. Todo lo contrario. Enfurecida, y con ganas
de descubrir al asesino del crimen, se ponen en marcha.
Rápidamente descubrimos que la
víctima era un activista que había dedicado toda su vida a desenmascarar
fraudes y conspiraciones del gobierno colgándolos en una página web, por lo
cual la lista de posibles sospechosos aumenta considerablemente. Además, se
descubre que tenía un amante, hecho que enfureció mucho a su mujer e hijo.
Si las cosas ya parecían
complicadas, resulta que la explosión del coche fue provocada por un misil
aéreo. Quizás los militares no estuvieran demasiado contentos con lo que estaba
descubriendo… Además, en mitad de la investigación, Beckett detiene a un hombre
que la estaba siguiendo, que resulta trabajar como investigador para el Fiscal General. Dado
que ambos tienen el mismo objetivo, deciden colaborar. O más bien, él opta por dejar que Beckett y
Castle hagan el trabajo sucio.
Todo parece apuntar que el avión
que lanzó el misil fue hackeado y manipulado con ese fin, sin poder remediarlo.
¿Y quién mejor para hackear un caza que un famoso programador cuyo fin era
demostrar la peligrosidad y el control impuesto por el gobierno mediante
aviones sobrevolando las ciudades? Junto, Castle y Beckett, lograrán encontrar al picador de código y, como viene
siendo habitual, su versión será mucho más diferente a la que ellos pensaban.
Así, descubrimos que el
informático había desarrollado un software para hackear los aviones que estaban
en el aire y junto con la víctima, quería darlo a conocer en la página web para
demostrar el peligro que ello supone. Por lo que el software le fue entregado
mediante un pendrive… ¿Pero quién usaría ese programa para acabar con la vida
del activista? Un evidente giro de guión nos pone sobre la pista del asesino, como viene siendo habitual.
Pero el punto interesante del capítulo, y el que seguramente nos traerá quebraderos de cabeza es la oferta que le hace el investigador a Beckett. Evidentemente, se queda prendado de su capacidad y entereza a la hora de trabajar, por lo que debería aspirar a más. Así, le ofrece un trabajo junto el Fiscal General en Washington. Un trabajo que ella parece rechazar de buenas a primeras, pero que verdaderamente le gustaría aceptar. ¿Significa esto que nuestra detective por excelencia abandonará Homicidios, a Ryan, Esposito, Gates y Castle y se irá a Washington? Todavía no es seguro, pero el hecho de que no se lo haya contado a Castle dice bastante. Por otro lado, un cambio de aires estaría genial para la sexta temporada. Tiempo al tiempo, ahora sólo queda esperar y ver qué nos tienen preparados en el último capítulo de esta entrega.
No creo que se vaya... pero también me parece totalmente fuera de personaje que después de que Castle se haya quedado con ella mientras estaba ENCIMA DE UNA BOMBA, ahora no se pueda ir con ella a Washington...¿?¿ Le tiene que dejar claro que van en serio, y así ella se quedará.
ResponderEliminarP.D Desde que el momento que salió el hijo del muerto, supe que era él xD
Eso mismo pensé yo... Vamos, tienes a la hija en la universidad, a tu madre que ya es mayorcita y un montón de pasta... ¿No puedes irte a Washington? xDDD No tiene sentido.
ResponderEliminarJajajaja Es que es muy exagerado los giros que pegan siempre al final... se ven desde el principio xD