No es de
extrañar que tras el episodio tan decepcionante que tuvimos la semana pasada,
este a la fuerza tendría que ser mejor. Así ha sido, el episodio ha estado
realmente bien, pero sobretodo lo mejor ha sido esa esencia que tenía la serie
en sus principios. Una esencia que la tenía olvidada y que este episodio me ha
recordado, incluso ha habido una escena en la que me he asustado de verdad. Por
favor, que continúe esa esencia.

Poco a poco
y día tras día, Kevin va descodificando la tabla demoniaca y ya casi lo ha
conseguido.
Para cerrar las puertas del infierno es necesario que el encargado
de sellar la puerta cumpla 3 pruebas. Evidentemente, no serán fáciles y el
resultado puede ser doloroso e incluso mortal. Kevin está harto de la vida que
lleva y por eso
se fuerza para traducir la tabla, aunque implique dormir lo menos
posible y alimentarse poco. El profeta no va a acabar nada bien, quiere volver
a su vida anterior pero probablemente acabará arruinándosela él sólo.
La
primera de las 3 pruebas, consiste en asesinar a un perro del infierno y
bañarse en su sangre.
Adivinad
quién es el que va a querer pasar las pruebas. Sí, Dean. El Winchester mayor va
a empeñarse en ser el que sufre. ¿Por qué? desde que comenzaron, han tenido que
enfrentarse a muchos obstáculos y siempre acaban igual: con uno de los dos
muerto, o incluso cosas peores. Sam siempre ha sido positivo pensando que algún
día acabaría todo y construiría una vida. En cambio, Dean ha sido más pesimista
y sabe que morirá luchando, y por eso decide ser voluntario, ya que se cree un
soldado. Lo malo es que verá que pensar así no significa que sea verdad, y si
no que se lo digan al que termina pasando la primera prueba.

Los perros
del infierno aparecen cuando alguien hace un trato con un demonio. Recordemos
que
pasados 10 años de sellar el trato, los perros del infierno irán a cobrarse
la vida de la persona para llevarse su alma. Así que los hermanos Winchester
localizan a una familia que parece cumplir con los detalles de un trato
demoniaco. I
nvestigando descubren que el trato lo hicieron con nada más y nada
menos que Crowley, y tras la muerte de dos miembros de la familia deciden
encerrar al resto para tenerles vigilados. Lo que no saben es que es la mujer
que trabaja para la familia la única que queda con vida de los que hicieron el
trato. Evidentemente,
conseguirán salvarla –por ahora– aunque Dean recibirá
algún que otro arañazo aparatoso.
Sam es el que acabará con la vida del can
infernal bañándose en su sangre, completará la primera prueba al decir un
hechizo, que le causará un gran dolor en el brazo mientras se ilumina al estilo E.T.
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Como sigan a este ritmo, la serie va a tratar sobre Sam y Dean con 60 años, peleándose, cazando por separado y volviendo a arreglarlo cada dos o tres episodios, y cada season finale morirá uno de los dos, irán al infierno, al limbo, al cielo o a cualquier otro sitio que se les ocurra a los guionistas.
ResponderEliminarSeguiré viendo esta serie, pero... qué buena habría sido si la hubieran dejado en la quinta :(