Hank despierta en el hospital, y como siempre, a pesar de no merecérselo Karen está a su lado. Carrie está en coma y la van a desconectar más pronto que tarde. El escritor se sentirá culpable y entrará de nuevo en la repetida vorágine de autodestrucción que todos conocemos bien: bebiendo de bar en bar, borracho y tirado en la calle, malas compañías, vamos, lo típico en Californication.
Lo más interesante de este capítulo han sido los momentos de flashback mezclados con ensoñaciones de Hank, recuerda cómo conoció a Karen, su amor, la única, cómo fueron los primeros momentos con ella, cuando parece Carrie para decirle que le va a hacer daño, que se aleje de todos y de todo...
Runkle es otro de los ángeles de la guarda de Moody e intenta sacarlo adelante ofreciéndole contratos con más celebrities excéntricos y colgados como es el caso de Atticus (Tim Minchin), una estrella del rock que vive en un jet y al que Hank en un principio rechaza.
Este será el momento de la Intervención, Karen, Marcy, Charlie y Becca hablarán con él convenciéndole de que vaya a rehabilitación, por su hija y por Karen, la mujer que siempre está ahí para él, ésta le dice que por fin pueden conseguir un futuro juntos, que es el momento.
Y así lo hará Hank, al que vemos a final del episodio en Happy Endings (¿guiño a la sitcom?), uno de los Resorts hollywoodienses para rehabilitarse.
El comienzo de la temporada ha estado algo flojo, estamos ya más que acostumbrados a ver a Moody estar hasta arriba de mierda, a beber, drogarse y perderse. ¿Por qué ahora Karen está dispuesta a perdonarle todo y volver con él? ¿Conseguirá rehabilitarse? Si es así la serie se podría volver un poco aburrida, en cualquier caso espero algo diferente, porque el primer episodio ha sido, al fin y al cabo, más de lo mismo. ¡Lo que si está claro es que las estrellas invitadas esta temporada no faltarán!
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