No me pregunten porqué, pero no recuerdo la razón por la que no os hablamos de Fresh Meat cuando se estrenó el año pasado en la cadena británica Channel 4, cuando fue uno de los estrenos cómicos más sorprendentes de la temporada y también de los menos considerados —recordemos que seguimos hablando de televisión británica—. Mea culpa, diremos, pero trataremos de resarcirnos con esta entrada en la que, si no conseguimos que te pongas a verla es que tú, lector, eres un caso imposible. No obstante, hay un problema tremendamente grave con Fresh Meat: te vas a reír tanto que te vas a perder muchas cosas.
Sam Bain y Jessie Armstrong (Peep Show) nos traían el año pasado una propuesta potente y cautivadora, con un terrible potencial cómico y, mágicamente, destinada hacia el público universitario —que no de "edad universitaria", lo cual no es lo mismo"—, que aunque no lo parezca siempre ha estado olvidado a pesar de que es el principal consumidor de muchos géneros, y tanto si estás ahora en la universidad o lo estuviste en su día, podrías conectar a la perfección con ella. Y si bien su función no es la de retratar a la perfección a este curioso segmento de la población al que orgullosamente pertenezco, sí que consigue que este público se identifique con Vod, Howard, Oregon, Josie, Kingsley y JP, compañeros de piso; que comparta sus alegrías y preocupaciones, observe sus placeres y vergüenzas, y que les siga en sus primeros y torpes pasos como adultos, muchos de ellos que recuerdan vagamente a los de uno mismo, y otros tantos que recuerdan a las tramas típicas de cualquier sitcom estadounidense.
Si la primera temporada sirvió para descubrir la personalidad de estos seis personajes —JP, el niño rico que resulta ser un pringado; Vod, la borderline y pasota que en el fondo es más leal que ninguno; o Oregon, a la que literalmente le falta personalidad— ésta segunda entrega, con todas las cartas sobre la mesa, ha conseguido generar nuevas e interesantes dinámicas aprovechando el perfecto estado de salud en el que se encuentran las relaciones de estos personajes y la transparencia que demuestran hacia el público.
Sin aparente esfuerzo, la segunda temporada continúa con los principales conflictos que comenzaron en la primera: la relación entre Josie y Kingsley queda interrumpida por la hipster de Heather; Oregon trata de dejar de lado a los Shales, pero no lo consigue; Vod descubre cómo el mundo adulto trata de acabar con ella; e incluso Howard descubre una nueva faceta de sí mismo gracias a la nueva vecina, Sabine. Se podría decir que JP, foco cómico de la serie, es el único que permanece estático, repitiendo sus conflictos familiares y de popularidad al mismo nivel que siempre.
Pero, como siempre, lo importante es destacar su humor: ese humor que si tienes veinte años te parecerá una delicia, pero que tal vez con otras edades te parezca incluso incómodo. De los juegos sexuales a los coqueteos con las drogas y el alcohol —"si no bebes, ¿cómo consigues follar?", le preguntan seriamente al contrapunto maduro que es Sabine"— pasando sin más complicaciones por las típicas bromas de siempre, pero que incluso tienen su gracia con este acentazo británico, especialmente si salen de la boca de Vod o del tono poshy de JP. Y te ríes, a carcajada limpia, pasando vergüenza ajena y alabando la grandeza de sus personajes.
Renovada para una tercera temporada, a Fresh Meat le queda demostrar que esa frescura todavía se mantendrá vigente por una temporada más, que será capaz de volver a poner toda la carne en el asador sin conseguir pasarse de la línea. Recemos para que el próximo otoño regrese con esa fuerza y que siga siendo esta pequeña joya para muchos de nosotros.
¿Que no lo es? Aquí una prueba:
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