Castle ha vuelto esta semana con un capítulo navideño, diciéndonos adiós hasta el próximo mes de enero. Si el mundo no se acaba antes, claro. Un episodio divertido que cuenta una historia de redención, muy típica de estas fechas y que tanto nos recuerda a Cuento de Navidad, del grandioso Charles Dickens. Y también habla sobre las tradiciones, el significado de la Navidad para cada uno. Para Castle es compartir lo que tiene con sus seres queridos. Beckett, en cambio, tiene un triste recuerdo de las Navidades y prefiere mantenerse al margen de cenas y regalos ostentosos, mientras trabaja. Las tradiciones las hacemos nosotros y a veces cambiarlas puede ser difícil. ¿Quizás sea hora de hacer una excepción?
El episodio comienza con la muerte de Santa Claus, la figura que simboliza la inocencia y la niñez. El eterno gordinflón que reparte regalos desafiando las leyes de la física. Pero no sólo eso, sino que la víctima ha caído del cielo. Todos parecen confundidos, salvo Castle que comienza con sus alocadas teorías sobre el inexistente icono de la Navidad. Para entonces, el escritor ya tiene su casa totalmente decorada y espera con ganas la cena de Nochebuena, a la que este año también acudirá su querida Beckett. Pero la detective no parece demasiado dispuesta.
Rápidamente, el equipo y compañía descubren que la víctima formaba parte de una escuela de Santa Claus y que participaba en varios eventos empresariales. Su caída desde las alturas, lejos de ser un trineo, parece ser de un pequeño avión, pero el sospechoso aviador, otro aprendiz de Santa Claus, tiene coartada. De este modo, Castle y compañía se centran en la verdadera identidad de la víctima, llamado Ed. Resulta que antaño era un prestigioso empresario que ganaba miles de dólares al año. ¿Por qué ese cambio tan repentino?
Su ex-mujer parece tener poco que añadir al asunto. Sólo es capaz de contarles que cinco años atrás, él lo abandonó todo (incluida a ella) y no había vuelto a saber nada él hasta días antes, que la había visitado para pedir perdón por sus actos. A estas alturas y sin nada concreto, acuden a sus vecinos. Una pobre familia que lo perdió todo con la hipoteca de su casa y que ahora, con la ayuda de Ed intentaban denunciar a la empresa que les engañó vilmente hasta casi echarles a la calle.
Por otro lado, resulta que Ed la noche de su muerte acudió a una prestigiosa empresa vestido con el traje de faena, a pesar de no tener que trabajar aquella noche. Así descubren uno de los mayores misterios del capítulo. Resulta que el dueño de la empresa fue socio de Ed en el pasado y aquella fraudulenta y rica sociedad que tenían montada fue la encargada, firmado por el puño y letra de la víctima, de embargar a sus vecinos y que fue el causante indirecto de la muerte del padre, cinco años atrás. Entonces, Ed, arrepentido y odiándose a sí mismo, había optado por intentar remediar aquella desgracia. Una historia de redención en la que había estado dejándose la piel cinco años, con el fin de sacar todo a la luz y devolverles a ellos lo que de verdad les correspondía. ¿Pero quién estaría dispuesto a matar para que aquello no saliera a la luz y quedarse sin los beneficios?
Junto a su compañero el Santa aviador, Ed había conseguido robar un reloj valorado en 30.000 dólares y había intentado conseguir ficheros que comprometían a toda la empresa. Pero el asesino había visto venir sus pasos y lo disparó. Un herido Ed había subido al avión de su compañero, pero la herida era demasiado grave y al final terminó por caer desde la nada. Una historia tan triste como trágica, una historia de redención.
En cuanto a los personajes de la serie, Ryan se dispone a pasar sus primeras Navidades con su esposa, quien le deja caer apropiadamente que quizás sea la hora de tener hijos. Idea que abruma a nuestro querido Ryan. Por otro lado, Esposito busca la compañía de alguien y acaba cenando con la familia del episodio, después de entregarles el reloj que durante décadas les había pertenecido. En cuanto a Castle y Beckett, ambos se dan cuenta al final que es hora de cambiar sus tradiciones y crear las suyas propias. Y ahora que de verdad llegan estas fechas tan señaladas, es hora de decir adiós a Castle y compañía hasta el nuevo año.
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