La predecible pero esperada noticia sobre el secreto de Sam se da a conocer por fin en este último capítulo del año, dejándolo como un cliffhanger que a nadie sorprende. Sin embargo, por lo menos el resto del capítulo merece la pena, no por el caso de la semana en sí sino por la originalidad con la que han solucionado el conflicto entre Neal y Peter, haciéndonos recordar momentos pasados de la vida profesional de ambos.
Todo empieza frío entre Caffrey y Burke pese a los intentos de Peter por recuperar la amistad de Neal. Sin apenas hablarse más que para lo necesario, han de dar una conferencia en un congreso del FBI sobre su trabajo juntos, su compenetración, su método... su secreto. Pero la charla se ve cancelada a la mitad debido a un fallo de seguridad; fallo que se convertirá en el nuevo caso de la división White Collar. Un infiltrado del congreso pretende robar al creador del mejor chaleco antibalas de la historia, cosa que obviamente impedirán.
Mientras el caso se va desarrollando, de forma paralela Neal, Mozzie y Sam, que no ha desaparecido como pensábamos, planean en secreto descubrir la persona detrás del telón, que tantos problemas causa. Para ello han de timar al propio Peter, cosa que consiguen, pero obviamente se descubre. En el último momento, Sam decide actuar por su cuenta, y Neal y Peter, cada uno por su lado, acuden en su ayuda, descubriendo la identidad de su agresor y posiblemente de la persona detrás del asesinato de Ellen: el hijo del Flynn que el padre de Neal destapó.
Las revelaciones del FBI a Neal sobre la muerte del verdadero Samuel Phelps le llevan a desconfiar de Sam y a hacerle una prueba de ADN, prueba que destapa su verdadera identidad; como todos ya sabíamos, Sam es su padre. Lo interesante ahora es conocer la historia de por qué hizo lo que hizo, qué contiene la famosa caja de Ellen y dónde se encuentra. Pues bien, hasta enero del año que viene podemos especular.
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