Tras un par de capítulos en los que Neal, obligado tras la muerte de Helen, trata de obtener información sobre el misterioso Sam entre salvamentos de viudas y sobornos, cuando por fin cuenta con el archivo que podría conducirle a la verdad, nos alejamos del tema relajando el ambiente con un capítulo soberbio en el que las teorías conspiratorias de Mozzie cobran vida, casi acabando con la suya.
Cuando Peter y Neal están a punto de concertar una cita con, posiblemente, Sam, Moz entra en el piso de su amigo aterrorizado y enfundado en una lujosa bata. Tras comprar un almacén en una subasta, llegan a sus manos un par de llaves y una dirección, que, usando una de dichas llaves, le proporcionará un alojamiento de lo más lujoso durante unos días. Rodeado de comodidades se ve sorprendido al recibir un ataque a punta de pistola de un encapuchado que se refiere a él como 7-2-3 y le pide "la bandera". Huyendo por un pasadizo secreto
—muy realista todo— consigue escapar y coge un taxi para llegar a donde nos encontrábamos en el momento en que cuenta su historia.

Un capítulo en el que nos acercamos más a ese pequeño hombrecito que es Mozzie, que por primera vez muestra sus sentimientos y comprendemos el origen de su carácter paranoico. Además, con un trasfondo histórico la mar de interesante —si queréis investigar un poco sobre el tema, aquí tenéis el artículo de Wikipedia, que es un comienzo [en inglés]— que te envuelve y entretiene hasta niveles hipnóticos. No querréis que acabe. Y si además el encanto y la perspicacia de Neal entran en juego como es costumbre, mejor que mejor.
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