Con el término de la quinta temporada de Mad Men, toca hacer balance de lo que hemos visto en esta apasionante entrega de episodios. No obstante, como he escrito extensamente sobre cómo se ha desarrollado esta temporada y he llegado a la conclusión de que uno de sus temas principales ha sido la ambición y sus consecuencias morales, qué mejor manera que valorarla en base al balance moral de sus personajes principales.
Para ello nos he inventado el «moralómetro», un instrumento para medir la moralidad de los personajes de la serie, y en base a este instrumento los hemos dividido en cuatro grupos diferenciados. Ni que decir tiene que los números que acompañan a las gráficas son de adorno y que estas medidas morales son tan discutibles como las actitudes de a quienes se las adjudico. Todo está abierto a discusión así que comenta con nosotros qué es lo que opinas sobre esta quinta temporada de Mad Men.
La excelencia ética

La llegada de Michael Gingsberg en esta temporada tenía, en mi opinión, una voluntad simbólica muy apremiante: ofrecer un contrapunto al hundimiento moral del resto de personajes de la serie. Gingsberg, de personalidad algo confusa, pero que se caracteriza por presentar una gran ambición —como todos los personajes— al mismo tiempo que una ética laboral y personal impecable. De ahí que a pesar de su juventud y posición sea capaz de enfrentarse a Don por lo que él cree es un acto de justicia, para defender su trabajo y el éxito de la agencia. No obstante, preveo que, de seguir en la serie la próxima temporada, veremos cómo se convierte en una de las próximas víctimas del ansia que tanto le caracteriza, y que tendrá que hacer excepciones a su propia ética laboral. Un gran fichaje, en definitiva

En la cima de la pirámide celestial también tenemos, por supuesto, a la pequeña aunque precoz Sally Draper, que auguro estará en esta posición moral por poco tiempo más. La joven, a su tierna edad, ha visto de todo y ha padecido grandes perjuicios y agravantes por parte de los adultos que la rodean. No obstante, siempre ha sido el personaje más puro de la serie, simbolizando la inocencia de la niñez y la visión más casta de la historia de Mad Men. Ahora que ya es una mujer apuesto a que desarrollará una personalidad bien distinta y creo que se creará un conflicto en el que el personaje tendrá que decidir si ser como es o ser como todos esperamos que sea. Bye, bye, birdie.
La ausencia de maldad

Dentro de esos personajes moralmente positivos pero que han presentado alguna que otra mancha en su currículum esta temporada tenemos a la gran Peggy Olson, que ha conseguido alzarse como la gran protagonista moral de la quinta entrega de Mad Men. Aunque ha cometido grandes errores en su pasado, creo que esta temporada se ha dado cuenta de que el precio de la ambición es demasiado caro como para poder costearla, por lo que abandona SCDP por otra empresa cuando le han dado la oportunidad de crecer sin venderse al mejor postor. No obstante, esto también tiene un precio: perder a Don, su mentor, su amigo. Veremos, de seguir en la serie la próxima temporada, si su ambición ha sido satisfecha en su nueva agencia o si finalmente se convierte en otro personaje devorado por el miedo al fracaso.

Ken Cosgrove, por otro lado, es un personaje de gran ambición que esta temporada ha demostrado que le falta una chispa de maldad para conseguir triunfar de verdad. Amante de la tranquilizad y de la ciencia ficción, el ejecutivo de cuentas ha conseguido estar en la posición en la que está gracias a su gran esfuerzo y sus buenas relaciones. No obstante, su flaqueza siempre ha sido Pete Campbell —lo cual es razonable— y cuando puede aprovecha la oportunidad para tratar de hundirle, como su compañero y rival hizo con él en el pasado. Creo que en el fondo Ken es tan solo un profesional que de vez en cuando tiene que mostrar los dientes para poder sobrevivir.

La relatividad moral

Los grandes pecadores

Harry Crane siempre ha sido un secundario entre los secundarios, pero cuando aparece en pantalla generalmente es para expresar su desidia por la vida que lleva o para pelear en el último momento para impedir que alguien le pisotee. En esta temporada, en cambio, le hemos visto reencontrarse con su antiguo compañero Paul Kinsey —hare krishna, hare krishna...—, desesperado por una nueva oportunidad, y que lo único que recibe es una puñalada trapera y una sonrisa falsa por parte de su antiguo amigo.



La cúspide del mal
Ni siquiera esos quilos de más que han acompañado desde el principio de la temporada a Betty Francis, exmujer de Don, han servido a su propósito de que la arpía de hielo se reconciliase con sí misma. Sin duda, la resignada ama de casa tuvo sus intenciones de cambiar —y por eso no está al final del «moralómetro»— pero su personalidad siempre se ha impuesto en el último de momento. Con Megan como detonante y Sally como onda expansiva, hemos visto a Betty jugar sucio no para recuperar esa posición de poder que hace mucho tiempo perdió, sino simplemente por el hecho de resarcirse y pagar su dolor con alguien más débil que ella. No obstante, es un personaje fascinante y verla esta temporada lidiar con el karma ha sido una delicia.

Por último, tenemos a Pete Campbell; la serpiente, la alimaña, el monstruo. Esta temporada se ha coronado y ha conseguido que nuestro odio por él haya llegado hasta límites insospechados. Si bien en ocasiones hemos llegado a sentir lástima por él, después de su gran hundimiento a mitad de temporada esperamos que se enfrentase a su vida de una manera más positiva, pero su talante no hizo más que empeorar. Al final de la temporada, cuando descubrimos su verdadera personalidad y el personaje se autodefine como un ser infeliz que tiene una vida que no desea por razones equivocadas, ni siquiera consigue que le compadezcamos, porque siempre será ese mal bicho que hará lo que sea por conseguir lo que quiere, y que siempre se equivocará al elegir sus objetivos vitales. Es un niño caprichoso que siempre quiere más, y ese ansia acabará tarde o temprano por destruirle definitivamente.
(*) ¿Y Bert Cooper? Ha tenido dos frases con sustancia en toda la temporada, creo que le debemos el mismo respeto.
He tenido que esperar a acabarme la temporada para leer este gran post. Aunque muestro algunas diferencias. El odio que antaño sentía por Pete Campbell ha ido quedándose relegado cada vez más por la indiferencia. Su escarceo con Beth me ha parecido de lo más triste y sin duda la trama más prescindible que recuerdo en 5 temporadas. Creo que ese odio no ha desaparecido, sino que se ha trasladado. Roger Sterling , un auténtico don nadie en la empresa desde que perdió a Lucky Strike, es el que empieza a sacarme de mis casillas.
ResponderEliminarCoincido en el interrogante que supone Megan. Recordemos que apenas había cruzado un par de palabras con Don cuando literalmente se le echó encima cual pantera. Don, siempre inteligente, le vio mano con los niños y la adjudicó como la nueva señora Draper. Todo parecía encajar para Megan, y, después de conocer a sus terribles progenitores esta temporada, podíamos entender que actuara de esa forma, pues había sido educada para escalar socialmente sin ningún tipo de moralidad. Por eso la renuncia a su carrera por el sueño de ser actriz no encaja. Como luego la traición a la amiga. Sinceramente, no entiendo nada. Pero esta temporada se ha comido con patatas los minutos antes adjudicados a Betty, y auguro que así será también en la próxima temporada. Espero descubrir más de ella.