Los fans de
Supernatural estamos de celebración. Las últimas temporadas la serie ha estado
en peligro de ser cancelada siendo renovada a última hora por los pelos. En
cambio, esta vez ha sido una de las primeras series que el canal CW ha renovado
para una octava temporada siendo una de las series más veteranas de la
televisión la próxima temporada. Quedan dos episodios para el final de
temporada y parece ser que traerá consigo el final de los leviatanes (¡por fín!),
y con este episodio lo han dejado bastante claro. La verdad es que el episodio
no ha sido nada del otro mundo, y ha habido momentos (de Castiel) en los que era díficil enterarse de lo que decía.
Como podemos
recordar, Dean y Sam le quitaron a los leviatanes el bloque de arcilla que
tanto querían. Pero algo que no entienden pasa al intentar sacar lo que guarda
en su interior, cada vez que dan un martillazo empiezan a producirse truenos.
Cuando lo consiguen, dos sucesos se producen en distintos puntos. El primero es
que un trueno cae dentro de la casa de un adolescente empollón dándole en la
cabeza; y el segundo, que Castiel despierta de su letargo en el psiquiátrico.
El joven tendrá la necesidad de ir y robar lo que los hermanos Winchester
guardan. Dean y Sam recibirán la llamada de Meg para avisarles de que Castiel
ha despertado. Lo que tanto querían los leviatanes es una tabla llena de
símbolos que Castiel les explicará que es la palabra de Dios escrita por
Metatrón.
Nadie puede
leer la palabra de Dios, por lo que los chicos tendrán que buscar otra forma
para averiguar lo que tanto les interesaba a los leviatanes. El joven llega al
psiquiátrico y roba la palabra de Dios, y por mucho que lo intente, no consigue
soltarla. Resulta que él es el único que
puede “leerlo”. En realidad, al ver los símbolos, algo en su cabeza le dice lo
que significa. Pronto tendrán problemas, ya que unos ángeles acudirán a su deber,
que consiste en llevarse al chico (que descubrimos es un profeta) a medio del
desierto cuando la palabra de Dios sea revelada (como en este caso) para que
nadie pueda oírla. Evidentemente, los chicos no se lo pondrán fácil sin saber
antes cómo matar a los leviatanes, así que harán el conjuro para mandarlos
lejos.
Por lo
tanto, tienen un rato para traducir la tabla antes de que vuelvan los ángeles.
Mientras el chico intenta escribir la traducción, Meg se encarga de unos
demonios que aparecen ya que su intención es utilizar a Castiel para deshacerse
de Crowley. Como era de esperar, los ángeles vuelven a aparecer y esta vez, uno
de ellos se pone en plan hostil hacia Castiel por su reciente pasado, e intenta
matarlo, pero Meg se adelanta y mata a la ángel para salvar a Castiel para
seguir con su plan. El resto de ángeles dan tiempo al chico para que termine de
traducir la palabra de Dios, y cuando termina se lo llevan a casa donde están
preocupados porque piensan que le han secuestrado. Una vez en casa, el agente
de policía encargado de la desaparición del chico mata a los ángeles mostrando
su verdadera identidad: es un leviatán. Por último, los hermanos Winchester
leen la traducción y descubrimos que para matar a un leviatán se necesita un
hueso de un mortal virtuoso bañado en la sangre de tres caídos. Uno de ellos,
un ángel caído: Castiel, que gustoso les da un frasco con su sangre.
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