La primera temporada de Missing se grabó sin mucha esperanza de continuidad, como ya os contamos cuando la misma comenzó a emitirse. Diez capítulos grabados de forma cerrada y con la edición en DVD y fecha de publicación del mismo prefijada de antemano (12 de Junio para ser más precisos). Lo que podría parecer un bombazo televisivo, con grandes caras como de la mismísima Ashley Judd, Sean Bean (que al final no está muerto, mira tú) o Keith Carradine, se ha quedado en una corta anécdota, en la que lo más significativo será la mediocridad de los cromas utilizados.
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¿Qué decir sobre el final? Que le sobran 30 segundos. Quitando ese medio minuto, la serie habría podido acabar bien, con la familia reunida - como era de esperar - y con proyecto de retomar su relación perdida hace años. El malvado ha muerto y no hay peligro para nadie, diez capítulos que podrían haber sido una corta serie con buen argumento. Pero como siempre hay un atisbo de esperanza - aunque a veces no debería - en el momento final del último capítulo, Becca (Judd), feliz con su familia, va a por el coche donde todos se irán juntos y felices. El coche aparece, pero no así Becca; y en el asiento del conductor hay marcas de sangre. La serie se llama Missing, ¿no? Ahí tenéis la siguiente desaparecida; eso sí, a ver quién la busca ahora. Personalmente, prefiero omitir esos 30 segundos finales y que todo quede bien atado, total, para medio minuto...
¿A qué se debe el fracaso de Missing? Cada vez tengo más claro que es por la maldición de Sean Bean, que cada vez que no muere, le sale algo sin éxito. Para muestra, un botón, y tenemos Missing en televisión y Mirror Mirror en cine. Está visto que el pobre hombre tiene que morir para triunfar.
No sé cómo pudiste terminarla...
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